A menudo somos bombardeados con mucha información negativa que influye en nuestras vidas, pero este no es el problema, lo malo no es que escuchemos de parte de otras personas palabras de queja, de catástrofes, de crisis sobre una nación u otra, porque siempre llegaran a nuestros oídos esas frases que nos tambalean la fe. La pregunta es: ¿cuál es la actitud que tomas al escuchar tanta información?
Si no tomamos la actitud correcta terminamos llenándonos de ansiedad y angustia, lo que va a dominar nuestra vida, por tal razón es necesario que la actitud sea de fe y de confianza, esa reacción que funge como una barrera en contra de las palabras que quieren amedrentar tu vida y que hacen que te debilites espiritualmente.
En la Biblia vemos como la Palabra de Dios nos hace ver la importancia de lo que escuchamos y lo que decimos, es decir del poder de la palabra. Los problemas siempre llegaran porque es parte de la vida, el Señor nos los advirtió al decirnos que “el mundo tendremos aflicciones”, pero lo más hermosos es que la frase culmina con “no teman, porque yo he vencido al mundo”. Nuestro Padre celestial nos garantiza que, aunque vendrás las pruebas, él nos llevará a la victoria.
Cuando magnificamos el problema comienzan a levantarse en nosotros ese sentimiento de ansiedad y temor, y el peligro de ello es que no logramos percibir la dificultad tal cual es, sino que todo lo distorsionamos, llegando a creer que esa circunstancia es más grande que Dios. Es decir, pensamos en el problema, lo sentimos, lo acariciamos, lo contamos a todos, dormimos con él y nos despertamos con él, en fin, lo hacemos nuestros y no lo entregamos a Dios, a él que es único que puede librarnos de esa prueba.
En oportunidades hacemos tan propio el problema que hasta nos afecta en nuestra oración, quiere decir que al llegar delante de la presencia del Eterno entonces nos quejamos, lloramos, le hablamos de lo mucho que nos duele y de lo cansados que estamos, pero cuando terminamos de orar no le entregamos la carga a Dios y tampoco memorizamos y declaramos la Palabra de Dios que está compuesta de miles de promesas para cualquier situación. En Dios todo tienen solución. Dice la Palabra en Marcos 9:23, “¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible. Y en Jeremías 32:27 dice: Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí?».
Por Andreina Fersaca