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Un comportamiento digno ante los ojos de Dios

El apóstol Pablo, conocido como el apóstol de los gentiles, enviado por la voluntad de Dios a evangelizar y predicar sobre un Jesús crucificado y resucitado, escribió varias cartas a las iglesias que  él fundó: Gálatas, Corintios, Romanos, Efesios, Filipenses, Colosenses y Tesalonicenses.

Una de ellas fue la primera carta a los Corintios, donde recuerda al pueblo de Dios la riqueza espiritual que ellos han recibido por medio de los dones que el Señor les repartió. “Siempre doy gracias a Dios por ustedes, pues él, en Cristo Jesús, les ha dado su gracia. 5 Unidos a Cristo ustedes se han llenado de toda riqueza, tanto en palabra como en conocimiento. 6 Así se ha confirmado en ustedes nuestro testimonio acerca de Cristo, 7 de modo que no les falta ningún don espiritual mientras esperan con ansias que se manifieste nuestro Señor Jesucristo”. 1 Corintios 1: 4:7

Pero luego de estas palabras de aliento a este pueblo que tenía conocimiento de la Palabra de Dios, el apóstol Pablo los reprende porque muchos de ellos están convirtiéndose en agentes divisores, es decir están participando en murmuraciones, chismes, contiendas, siguen a líderes cuestionando unos con otros y se están desenfocando del mensaje del evangelio.

Esta situación que ocurrió en Corintios, también sucede en nuestros trabajos, en nuestra comunidad, iglesia, familia y en alguno de los entornos donde nos desenvolvemos. Es importante que cada uno de nosotros sea un agente de paz, de unión y se abstenga en participar en divisiones, porque estamos llamados a predicar un evangelio lleno de amor  y armonía.

“Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito”1 Corintios 1: 10

Por Andreina Fersaca