El liderazgo se basa en el carácter, y no en los tipos de personalidad. Una persona introvertida puede llegar a ser un buen líder; otros aparentemente más preparados o con más carisma fracasan. Lo importante ante todo es la humildad y la decisión de seguir los pasos de Jesús.
Las personas van a seguir a las personas que les agraden, en las que puedan confiar, y sobretodo que demuestren preocupación y competencia.
Si estás en posición de liderazgo, no te aferres a tu título para convencer a otros de que te sigan. Fomenta las relaciones personales, gana a las personas, amalas sin interés, ora fervientemente por ellos.
Un buen líder nunca se coloca por encima de sus seguidores, excepto para tomar mayor compromiso y servicio. Armoniza tu vida, sin rivalidad, ni menosprecio. El apóstol Pablo fue un gran ejemplo de liderazgo.
¿Cuál es la clave para que un líder cristiano tenga éxito?
1) Para poder dirigir a otros, primero tienes que comprenderlos y conocer lo que hay en el corazón humano. Es fundamental ser sensible a las aspiraciones y los anhelos de las personas si quieres relacionarte adecuadamente con ellas y motivarlas.
2) Si escuchas, evitarás que los problemas se agraven. Los buenos líderes están atentos a las pequeñas cosas. Hacen caso a su intuición, percibiendo no solo lo que se dice sino también lo que no se dice. Están seguros de sí mismos, lo suficiente para pedir que se les evalúe y no ponerse a la defensiva cuando reciban algún tipo de evaluación.
3) Saber escuchar facilita la confianza. El mayor error que se puede cometer cuando se trata de convencer a alguien es expresar, por encima de todo, las propias opiniones y sentimientos. Las personas quieren ser escuchadas, respetadas y comprendidas. Si se dan esas tres cosas, estarán mucho más abiertas y motivadas a aceptar el punto de vista del otro.
“El corazón del entendido adquiere sabiduría; y el oído de los sabios busca la ciencia”
Por Andreina Fersaca