La obediencia es hacer lo que se nos pide hacer, sin variación, sin demora y sin reclamo. Cuando uno de estos elementos está ausente, ya no podemos hablar de obediencia sino de desobediencia.
¿Qué pasa si desobedecemos a Dios?, en lo que respecta a la salvación en Jesucristo, tendremos que atenernos a la consecuencia de estar eternamente separados de Él. Si a pesar de ser hijos de Dios por haber aceptado a Cristo desobedecemos a Dios, se presentarán consecuencias muy dolorosas. Perderemos nuestros galardones y haremos miserable nuestra vida mientras vivamos en este mundo.
El desánimo nos mantiene cautivos, neutralizando nuestra energía e impidiendo que seamos útiles para Dios. Elías, el profeta, estuvo en cierta ocasión desanimado a causa de desobediencia y pidió a Dios que le quitara la vida. Jonás, otro profeta, obedeció a Dios luego de haber desobedecido anteriormente, pero lo hizo no con la actitud correcta en el corazón, lo cual es en realidad desobediencia, como consecuencia de esto, a la sombra de una calabacera marchita se desmayaba y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida. No siempre el desánimo es consecuencia de desobediencia, pero mucho del desánimo es consecuencia directa de ella.
Cuando sometemos a Dios nuestra voluntad en obediencia y actuamos conforme a lo que él ha establecido en su Palabra, la Biblia, tenemos a nuestra disposición millones de bendiciones no sólo para nosotros, sino también parta nuestra familia.
El diario vivir nos enfrenta con personas que critican a aquellos que tienen un buen pasar y no observan el esfuerzo que han hecho a través de los años, de su adolescencia, juventud y en muchos casos aun siendo adultos. La palabra de Dios enseña claramente una ley espiritual la cual también es realidad en todas las áreas de la vida.
Dios desea que usted en la vida pueda disfrutar todas las bendiciones que el promete en su palabra, pues es Palabra de Dios, que aún tiene vigencia. Su vida será bendita aunque este rodeado de personas las cuales hablen de maldición. Ejemplos bíblicos como el de José, Daniel, Jeremías y otros muestran que la bendición, protección y provisión prometidas por el Señor aun hoy se hacen realidad para todo aquel que se sujeta a la palabra del Señor.
Por Andreina Fersaca