El miedo o temor es un sentimiento que se siente cuando crees que algo es perjudicial o perturbador para tu vida. Comúnmente tiene consecuencias físicas como aceleramiento del corazón, sudoración en las manos, temblor en el cuerpo, náuseas, mareos y otros síntomas que en ocasiones no sabemos enfrentar.
Tal vez algunas personas manifiestan no sentir miedo a nada, porque creen que esto solo se traduce a tener temor a la oscuridad, a las alturas, el encierro, los animales, o cosas catastróficas, pero existen muchas cosas que nos hacen perder la calma como lo es la soledad, el amor, la muerte, la enfermedad y otras circunstancias que a pesar de que queremos controlarlas, solo Dios puede ayudarnos a superar.
El Señor es el que responde a nuestro llamado de auxilio. Su promesa es escucharnos en todo momento y está presente es el momento de socorro. Su presencia estará allí y es el único que nos entenderá y sacará de cualquier situación que estemos viviendo. “Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas”. Josué 1:9
Si estás listo para que Dios cuide de ti, entonces es importante clamar a él. El Señor sabe cuáles son tus temores y circunstancias, pero es necesario que en medio de la oración pongas delante de él todo lo que te aqueja y a lo que le temes, lo declares con tu boca y lo aceptes, de esta manera Dios podrá liberarte.
“Porque yo soy el Señor, tu Dios, que sostiene tu mano derecha; yo soy quien te dice: “No temas, yo te ayudaré.” Isaías 41:13. “Porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos. Sofonías 3:17
Por Andreina Fersaca