Los cristianos constantemente son llamados a vivir en santidad, lo leemos en la Palabra de Dios y lo podemos escuchar en distintas predicas, pero para muchos esto es un esfuerzo titánico, porque ser santo delante del Señor significa que debemos caminar conforme a su voluntad y a sus mandamientos, sin manchas y sin pecado.
“Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación”. 2 Corintios 7:1. Cada uno de nosotros a diario debemos despojarnos de todo aquellos que nos aleja de la santificación. ¿Cómo?, cuando entremos en lo secreto, en nuestro aposento, en oración y a encontrarnos en la intimidad con nuestro Padre Celestial, debemos tener una actitud de arrepentimiento y pedir perdón por nuestros pecados, él es el único que nos puede limpiar de todo aquello que ensució nuestras vestiduras.
La mentira, el orgullo, la infidelidad, la ira, murmuración, altivez, soberbia y muchos otros pecados van permitiendo que a diario nuestra santificación, que fue dada por el Señor, se va perdiendo, y nos vamos poco a poco ensuciando. Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo.» 1 Pedro 1:15-16
Cuando el apóstol Pablo escribía sus cartas a las iglesias en varias ciudades, en muchas de ellas se refería al pueblo de Dios como santos o a sus destinatarios, y es que él sabía que el Señor nos había escogido como sus hijos y para que fuéramos delante de Santos, es decir se trata de la condición del ser humano donde hay una separación entre el pecado y Dios. “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”. Efesios 1:4
Tal vez para muchos es difícil vivir en santidad, pero el hacerlo es una decisión y una sujeción a Dios. Es una constante relación con el Señor y con el Espíritu Santo. Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna. Romanos 6:22
Por Andreina Fersaca