¿Sabes cuál es la clave para un verdadero quebrantamiento?

Dentro de cada uno de nosotros existe como una estructura, o podemos llamar coraza que se va formando por muchos años de acuerdo a nuestras experiencias vividas, bien sea por lo bueno o por lo malo. A medida que transcurre el tiempo nuestro propio ser se va fortaleciendo con falsos conceptos, falta de perdón, orgullo, altivez, escudándonos en algunas frases como que “nada va a cambiar en mí, porque las pruebas de mi pasado me hicieron un hombre o una mujer fuerte”, y el propósito es no ser lastimado.

Toda esta situación provoca una independencia de Dios, y lo que él quiere en nuestra vida es derribar esa pared que existe entre su grandeza y nosotros. El propósito de Dios es quebrantar esa estructura interior llena de orgullo, soberbia, autosuficiencia, estatus social, soledad, tristeza, amargura, y muchos otros sentimientos que no permiten una relación íntima con el Padre Celestial.

El quebrantamiento es la forma que Dios utiliza para empezar a formarnos como nuevas personas, es decir doblegar nuestro yo y hacernos unos hijos obedientes a la Palabra y dependientes de Él. Cuando logramos ese rompimiento en nuestras vidas, el carácter en nosotros cambiará, y todo aquello que hacía una fortaleza será reemplazado por amor, paz, mansedumbre y benignidad.

Uno de los primeros obstáculos para que una persona sea quebrantada es el orgullo. Cuando se es orgulloso el enfoque siempre será el fracaso de los demás, la crítica predominará y la falta de perdón estará presente en todo momento. Una persona orgullosa siempre verá inferiores a los demás, buscará que le sirvan y no aceptará una exhortación de parte de quienes le aman.

El quebrantamiento trae consigo grandes bendiciones, porque su enfoque principal será la búsqueda de Dios. “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu”. Salmo 34:18. La presencia de Dios traerá consigo la capacidad de amor, adorar y servir a Dios, además nos hace libre de la esclavitud, restituye lo perdido y trae un aumento de buenos frutos a nuestra vida.

Por Andreina Fersaca