En algún momento de nuestras vidas, cada uno de nosotros tendrá o tiene algún enemigo, bien sea porque no le agradas, porque hacer lo bueno delante de los ojos de Dios, porque en algunas oportunidades diste un no por respuesta cuando las personas quisieron que dijeras sí, porque amas a Dios sobre todas las cosas o por alguna circunstancia de actitud, en fin esto puede ocurrir y allí es cuando debes activar la Palabra de Dios.
Dios nos dice una frase muy conocida pero que para muchos es difícil de cumplir: Mateo 5:44 “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen”. Con el amor de Cristo en nuestras vidas en la única manera de poder acatar este mandado del Señor. Es importante no pensar en nuestros enemigos de forma negativa pronunciando palabras como: “Ojalá le vaya mal”, “Que le ocurra lo mismo que me desea”, “Señor quiero verlo derrotado”; no, al contrario como cristianos debemos bendecirlos y orar para que sean tocamos por el amor del Padre. Romanos 12:14 “Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan”.
Salmo 59:10 “Tú eres el Dios que me ama, e irás delante de mí para hacerme ver la derrota de mis enemigos”, no es necesario vivir en una agonía cada vez que vemos a esa personas que nos ataca o que nos hace sentir mal. El Señor es justo y Él se encargará de cuidarte. La justicia es de Dios.
No te detengas en lo negativo que esa persona te hizo o en las malas palabras que salieron de su boca en tu contra, no te conviertas en enemigo de nadie, estamos llamados para dar amor y en abundancia. La tolerancia es una virtud que nos regala Dios si se la pedimos. Proverbios 19:11 “El buen juicio tiene al hombre paciente; Su gloria es pasar por alto la ofensa”.
En ocasiones creemos que los enemigos solo son personas que nos tratan mal, o que nos quitan el habla, o que no quieren el bien para nosotros; enemigo también es el orgullo, la mentira, la altivez, arrogancia, falta de perdón, la ira, vanidad, entre otras cosas que guardamos en nuestro corazón y que es necesario combatir. Isaías 2:11 “Los ojos del altivo serán humillados y la arrogancia humana será doblegada. ¡En aquel día solo el Señor será exaltado!”.
Por Andreina Fersaca