Escucha hoy el llamado de Dios

La misión a la que nos llama Jesús es la misma que le dio a sus apóstoles, una misión de misericordia, de gracia y de fe. Jesús fue sabio al enviar a los apóstoles de dos en dos, para que se proveyeran mutuo ánimo..

Era necesario que primero llegaran a los judíos, si hubiera sido al contrario, los judíos habrían tenido más argumentos para rechazar a Jesús. Su propósito fue ir primero a “las ovejas perdidas de la casa de Israel”, un pueblo con necesidad del evangelio como todos los demás, pero empezó por su casa para luego entregar el evangelio a los samaritanos, después a los prosélitos y finalmente a los gentiles.

Este orden aún se cumple en medio de la iglesia, cuando conocemos a Cristo los primeros que deben ser impactados con el poder del evangelio y nuestro testimonio personal son los más cercanos, nuestra familia y amigos, después la misión tendrá que extenderse al lugar que el Señor disponga para el cumplimiento de la su Palabra: “llegar hasta lo último de la tierra”.

Lo importante es entender que es una misión de misericordia ya que como discípulos de Jesús, debemos continuar el ejemplo que nos enseñó el Maestro. Predicar el evangelio ofreciendo amor, misericordia y libertad de la esclavitud del pecado, ministrando sanidad espiritual, emocional y física en el nombre y autoridad de Jesús, a todo el que lo necesite.

Es una misión de gracia que nos lleva a consagrar nuestras vidas para el ministerio, dando a otros de lo que hemos recibido por gracia.

Es una misión de fe, porque demanda confianza en Dios como el sustentador de su obra. Él es quién guía, provee y nos habilita para servirle, de tal manera que debemos estar preparados para experimentar el rechazo de algunos y la aceptación de otros.

En los planes de Dios siempre habrá una persona y un lugar para llevar el evangelio. Quizás oramos para que el Señor levante obreros para su obra, pero no nos incluimos en la lista. ¿Estaremos dispuestos a escuchar su llamado?

“A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”, Mateo 10:5-8

Por Andreina Fersaca

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