Los minutos, horas, días y años van pasando y entre los afanes diarios no nos detenemos para hacernos la siguiente pregunta: ¿Realmente somos portadores del Reino de Dios?, se trata de reflexionar sobre lo que nuestro Padre Celestial nos ha entregado y nos ha encomendado hacer. En muchas circunstancias nos dedicamos solo a escuchar la Palabra del Señor, pero ¿Qué hacemos con ella?
El Reino de Dios es el gobierno que Jehová ha establecido en el cielo, pero que también es dado a sus hijos aquí en la tierra. Cada cristiano tiene la responsabilidad de dar a conocer las bondades de Dios en nuestro ámbito para que su amor y misericordia se expandan. Dice la Palabra en 1 Crónicas 29:11 “Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, la victoria y la majestad. Tuyo es todo cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo también es el reino, y tú estás por encima de todo”.
La voluntad de Dios es dar a sus hijos el reino, lo que quiere decir que Él quiere regalarnos muchas cosas hermosas, Él tiene preparado premios especiales para todos aquellos que cumplen sus mandamientos y predican el amor de Cristo en las naciones. “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”. Mateo 6:33
Jesús en su caminar por esta tierra nos enseñó que en oración pidiéramos al Padre que su reino se estableciera en nosotros. “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, Mateo 6:9-10.
Por Andreina Fersaca