Por qué los cristianos y los judíos deben unirse para combatir el creciente antisemitismo

Por Samuel Rodríguez y Adam Milstein

El cristianismo y el judaísmo son ramas diferentes de el mismo árbol genealógico. Construido sobre las enseñanzas de Jesucristo, un judío que vivió en la tierra de Israel, el cristianismo comparte con el judaísmo el texto sagrado del Antiguo Testamento, un conjunto de valores enraizados en el monoteísmo ético y en la creencia del valor infinito de cada vida humana. A pesar de estos puntos en común, la relación histórica entre el cristianismo y el judaísmo ha estado marcada por conflictos, prejuicios, persecución y tragedia.

Durante siglos, muchas partes de la cristiandad rechazaron a los judíos y perpetuaron el antisemitismo. Los judíos fueron culpados por la muerte de Jesucristo y por gran parte de los males de la sociedad cristiana. En todas las tierras cristianas, los judíos estaban sujetos a restricciones perjudiciales, violencia y a cosas peores: desde las Cruzadas y la Inquisición española hasta los pogromos y el Holocausto.

La segunda mitad del siglo XX supuso un giro en la relación judeo-cristiana, ya que un amplio conjunto de iglesias y líderes cristianos comenzaron a alejarse de la Teología de la Suplantación, que afirmaba que la Iglesia Cristiana había reemplazado a los israelitas como pueblo elegido de Dios. Al mismo tiempo, comenzaron a reconocer y disculparse por el pasado de persecución hacia el pueblo judío por parte de su fe, eliminaron y renunciaron a la doctrina oficial de la iglesia enraizada en el antisemitismo y aceptaron a los judíos como miembros de una fe hermana.

Los lazos de hermandad que se han ido nutriendo en las últimas décadas son una bendición tanto para judíos como para cristianos. Sin embargo, el desafío de sanar completamente las divisiones entre nuestras comunidades no se puede lograr sólo con palabras y gestos. Requiere de una acción conjunta. Un campo claro para la colaboración es una campaña unificada contra las fuerzas del odio que ahora amenazan nuestro mundo.

Por ejemplo, en los últimos años, hemos visto un inconfundible resurgimiento del antisemitismo en las naciones donde muchos pensaban que había sido arrinconado para siempre a los márgenes de la sociedad. El antisemitismo en Europa está en los niveles más altos desde justo antes del Holocausto, y una cuarta parte de los europeos tiene opiniones antisemitas según la LDA, la Liga Antidifamación.

El creciente antisemitismo en Europa también ha comenzado a llegar a las costas de América. El año pasado, hubo un aumento del 50% en los ataques antisemitas violentos en los Estados Unidos. Los judíos son el blanco más grande de los crímenes de odio religiosos en Estados Unidos, llegando a representar el 60% del total reportados.

Judíos y cristianos, como dos comunidades de fe ricas y diversas con un compromiso compartido de proteger el valor y la vida de cada ser humano, tienen el deber de unirse para luchar contra todas las demás formas de racismo y odio, incluido el antisemitismo.

Este trabajo debe comenzar oponiéndose al Movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), una campaña dirigida por la extrema izquierda e islamistas radicales para deslegitimar, aislar y, finalmente, eliminar al Estado judío de la faz de la tierra. BDS busca imponer boicots a Israel en instituciones culturales, académicas, económicas, gubernamentales y religiosas, y además ha ganado en prominencia en los últimos años en campus universitarios, sindicatos y ONGs, y hasta en ciertos rincones de los medios de comunicación.

Judíos y cristianos que estudian regularmente los textos sagrados compartidos saben que Israel es la patria del pueblo judío. En el Génesis, Di-s establece las fronteras de Israel y le ofrece la tierra a Abraham y a sus descendientes como una promesa eterna e incondicional. El BDS busca borrar este vínculo inquebrantable y permanente entre el pueblo judío y la Tierra de Israel. Este movimiento basado en odio sigue un patrón que parece ser tomado de un manual centenario, abogando por los boicots de Israel de la misma manera que los antisemitas promovieron boicots de empresas judías y pogromos en Europa a lo largo de los siglos XIX y XX.

Esta lucha compartida contra el Movimiento BDS debe estar anclada en la comprensión de que el BDS no es solo anti-israelí y antisemita. Es anti-cristiano, anti-americano y anti-occidental, impulsado por una alianza entre radicales de izquierda y radicales islamistas que odian los valores judeocristianos que unen a nuestros dos grandes países. Su alianza se basa en un desdén compartido por nuestra creencia en la libertad individual, nuestra dedicación a la democracia y nuestro sistema capitalista. Hatem Bazian, el fundador de ‘Estudiantes por la Justicia de Palestina’ y uno de los fundadores del Movimiento BDS, hizo un llamamiento público para una Intifada, un levantamiento violento contra ciudadanos estadounidenses dentro de los Estados Unidos. Si hoy no dibujamos una línea clara en la arena para proteger a nuestro aliado Israel y al pueblo judío, las tácticas que el Movimiento BDS usa hoy contra Israel, se usarán contra Estados Unidos y los cristianos mañana.

Al mismo tiempo, debemos oponernos a la demonización del pueblo judío y de otros, que se lleva a cabo al margen de la política, donde hemos visto a grupos de odio y a fanáticos intolerantes coordinar ataques contra judíos y latinos en las redes sociales, generar memes antisemitas y racistas, y recuperar epítetos racistas y antisemitas que casi habían desaparecido del léxico estadounidense.

¿Cuál es la conclusión? Todos debemos asumir la responsabilidad ahora, antes de que sea demasiado tarde. Necesitamos estar unidos: liberales y conservadores; judíos, cristianos, hindúes, musulmanes y ateos para luchar contra el antisemitismo y el racismo cuando levante cabeza, sin importar en qué ideología política se apoye para ocultar su odio.

Esto no es sólo sobre el antisemitismo. No se trata sólo de judíos y cristianos, ni de Israel y Estados Unidos. Se trata de luchar por lo que es correcto. Al unir fuerzas en este momento crítico, judíos y cristianos pueden realizar la promesa de un futuro mejor para nuestros pueblos y para otras partes del mundo.

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El reverendo Samuel Rodríguez es el presidente de la National Hispanic Christian Leadership Conference.

Adam Milstein es un filántropo israelí-estadounidense, emprendedor inmobiliario y presidente del Israeli-American Council. En Twitter: www.twitter.com/AdamMilstein

Este artículo se distribuye con el permiso de Adam Milstein, publicado originalmente en The Huffington Post.

 

 

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