En los años 50, unos beduinos y unos arqueólogos descubrieron miles de fragmentos de pergaminos y papiros, escritos 2.000 años atrás y pertenecientes a unos 1.000 manuscritos diferentes, en unas cuevas de Qumrán, junto al mar Muerto. Algunos de estos fragmentos fueron depositados directamente en cajas sin ser clasificados ni descifrados debido al tamaño reducido y estado precario de los mismos.
Recientemente, el proyecto de digitalización de los Manuscritos del Mar Muerto ha investigado el contenido de esas cajas y, la nueva tecnología de imágenes, originalmente desarrollada por la NASA, ha detectado restos de escritura en algunos fragmentos, invisibles a simple vista.
Oren Ableman, un investigador de los manuscritos de la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) y estudiante de doctorado de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha descubierto nuevos restos de escritura mientras examinaba una docena de fragmentos de la cueva 11 cerca de Qumrán, reveló ayer la IAA. Un estudio detallado, realizado por Ableman y hecho público ayer, ha permitido descifrar la escritura de muchos de los fragmentos e incluso saber a qué manuscritos pertenecen probablemente algunos de los nuevos fragmentos. Los nuevos fragmentos pertenecerían a los siguientes libros: Deuteronomio, Levítico y Jubileos.
Un fragmento perteneciente al Rollo del Templo ofrece indicaciones para la realización de servicios en el templo ideal. La identificación del nuevo fragmento refuerza la teoría de que el manuscrito denominado 11Q21 es en realidad una tercera copia de este texto de la cueva 11. Además, un fragmento ha sido identificado como perteneciente al Rollo de los Grandes Salmos (11Q5); conserva una parte del comienzo del Salmo 147:1. Y, por último, otro fragmento contiene letras escritas en la antigua escritura hebrea (alfabeto paleohebreo). Este fragmento no ha podido ser atribuido a ninguno de los manuscritos conocidos, por lo que cabe la posibilidad de que perteneciera a un manuscrito todavía desconocido.
Fuente: Unidos por Israel