Un biomatemático de la Universidad de Tel Aviv descubre que los judíos, perseguidos y desnutridos, del gueto de Varsovia, detuvieron el tifus poniendo en práctica métodos intuitivos.
El gueto de Varsovia, Polonia, donde los judíos habían sido confinados por ser judíos, reunía a unas 450,000 personas golpadas en un área de unos dos kilómetros cuadrados en noviembre de 1941. En una densidad de población tan acentuada, el tifus se extendió rápidamente.
Los nazis acusaron a los judíos de propagar la enfermedad y adujeron que por eso era necesario encerrarlos en el gueto. La entrada de suministros y alimentos estaba bloqueada y miles de personas morían de hambre mientras que los que quedaban vivos, estaban tan debilitados que eran muy susceptibles a la infección.
De pronto, y a pesar del aglomeramiento humano y la falta de higiene, el tifus desapareció y los historiadores, hasta ahora, no habían encontrado una explicación científica.
Los sanitarios del gueto sabían lo que hacían
Sin embargo, en estos días, un equipo dirigido por el biomatemático de la Universidad de Tel Aviv, Lewi Stone, publicó un estudio en el que se ofrece una respuesta al misterio. Y es que el mismo método que está ayudando a combatir la propagación de COVID-19 se usó con éxito en el gueto de Varsovia: el distanciamiento social, la higiene y la educación.
Cuando los nazis encerraron a cientos de miles de judíos, y miles de gitanos, cristianos y otras personas en el gueto, había entre ellos unos 800 profesionales médicos. Éstos sabían que el tifus se transmite por los piojos, y que detendría mediante una buena higiene y cierto distanciamiento social.
Así, los sanitarios internados en el gueto organizaron un programa de gran alcance: «Los residentes temían el contacto accidental y practicaban el distanciamiento social», escribieron los investigadores en su informe. “Además, los sanitarios organizaron cientos de conferencias públicas sobre cómo combatir el tifus y las epidemias y abrieron una universidad sercreta para capacitar a jóvenes estudiantes de medicina. Se emprendieron también estudios científicos sobre el fenómeno del hambre y las epidemias. Se fomentó la limpieza de edificios y apartamentos y, a menudo, se obligó a su cumplimiento. El distanciamiento social fue considerado por los residentes como algo de sentido común básico”.
Resultados
Se esperaba que el tifus empeorase con la llegada del invierno, pero no fue así. Un factor importante para ello fue el aumento de la asignación de alimentos al gueto, de modo que el sistema inmunológico de los residentes se fortaleció, pero según este nuevo estudio de la universidad de Tel Aviv, los modelos matemáticos basados en casos en el período previo a noviembre de 1941 sugieren que más de 300,000 deberían haber contraído la enfermedad, tres veces las cifras que realmente ocurrieron.
Así, el equipo de Stone concluyó: No hay otras hipótesis alternativas razonables a la victoria sobre la epidemia más que la acción de educación de los médicos y enfermeras del momento y la cooperación y concienciación de los residentes.
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