No dejes que se arruine tu día

Muchas veces comienzas el día con buen pie, con ánimos de trabajar duro para cumplir las metas, pero justo en ese momento llegan las situaciones que desestabilizan y tanto así que el día se arruina, la amargura invade y los pensamientos comienzan a revolotear, no solamente meditando en ese episodio en específico sino preguntándose, respondiéndose y sacando conclusiones sin análisis.

¿Cuántas veces dejamos que el control de nuestra vida esté en las emociones negativas?, esto ocurre y a menudo, las situaciones nos ciegan de tal manera que no vemos cuantas bendiciones tenemos a nuestro alrededor. Nos llenamos de quejas, malas palabras, frustraciones, y todo ello se traduce en enfermedad para nosotros, el dolor de cabeza nos invade, malestares estomacales y hasta en el cuerpo, en fin, solo porque decidimos que una circunstancia dominará nuestra vida.

La paz, el amor, la serenidad, dominio propio, alegría y esperanza deben siempre prevalecer en nuestros pensamientos, y en nuestra forma de ser ante cualquier adversidad. Muchos no quisieran que pasara nada negativo y todo estuviera alineado a la alegría, pero no es así, forma parte del diario vivir. Dice en Juan 16:33 “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.

Es importante iniciar una nueva jornada, una nueva etapa, como dicen muchos “a sacudirse el polvo y seguir adelante”, y tomar la mejor actitud ante una situación. No permitas que una mirada, una palabra, reacción o adversidad te arruine el día, permite que Dios obre en tu vida y te llene de su amor y su paz, para ello entra en comunión con Él, de esta manera nada te moverá de su presencia.

Trabaja sabiendo que tu corazón y tu mente no le pertenecen a ninguna emoción negativa, que no prevalezcan en tu día a día, la razón es porque eres un hijo de Dios, apartado y escogido para Él y para hacer su voluntad. Inicia tu día con la certeza y la convicción de que es tu Padre Celestial el que hará por ti una mañana, tarde y noche especial.

Por Andreina Fersaca