Niño cristiano sorprende al mundo

Tanitoluwa Adewumi, conocido como Tani, ha ocupado las primeras páginas de distintos diarios del mundo, y es que se trata de un milagro de Dios el hecho de haber ganado el Campeonato Estatal de Nueva York con tan solo un año aprendiendo a jugar ajedrez. El deportista de apenas 8 años de edad es un refugiado sin hogar, él huyó de la persecución con su familia de parte de la secta islamista Boko Haram en Nigeria.

El New York Times fue uno de los diarios que hizo mención sobre el campeonato de ajedrez, el columnista Nicholas Kristof dijo: “Tani, que es el nuevo rey del ajedrez del estado desde el jardín de infantes hasta el tercer grado, fue invicto en el torneo estatal a principios de este mes, donde superó a los niños de” escuelas privadas de élite con tutores de ajedrez privados”.

Actualmente Tani se encuentra en un refugio en Manhattan y sus padres huyeron con sus hijos porque no querían morir en manos de los religiosos. Creen en el amor de Jesús y aseguran que tomaron una decisión basada en la Palabra.

Muchos confían en que la estadía en el refugio del campeón de ajedrez y su familia será por poco tiempo, la razón es porque después de la celebración del campeonato empresarios y personas de distintas partes del mundo han donado miles de dólares para ayudar a Tani.

Actualmente existe una campaña para la recaudación de dinero y esta semana más de 1.400 personas habían donado alrededor de $ 100,000. “Doy la bienvenida a esta familia y me uno a ellos para ayudar a crecer el talento de este niño. La familia es inspiradora y fuerte, y es un ejemplo de cómo los inmigrantes de bienvenida han construido esta nación y han agregado un inmenso bien a nuestras comunidades”, escribió un donante en el sitio web de la campaña.

Según Russell Makofsky, director de programa de Impact Coaching Network, que organiza clases de ajedrez en la escuela, Tanitoluwa Adewumi está entre el número 27 de los 1473. Tani ganó la categoría de su grupo de edad, de preescolar a tercero de primaria, con cinco victorias y unas tablas.

Por Andreina Fersaca

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