Tony Thornton tomó la decisión de emprender un viaje misionero para cumplir la voluntad de Dios y evangelizar a miles en su andar por Lousiana, en Estados Unidos. El propósito de este varón de Dios era caminar 33 kilómetros al día durante siete días, sólo orando por las personas y los barrios.
Basado en la Palabra escrita en Mateo 28:19 que dice: “Ustedes vayan y hagan más discípulos míos en todos los países de la tierra. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, Thornton recorrió 200 kilómetros sin un plan definido en cuanto a lugares por visitar, hospedaje y alimentación; el misionero comenzó su recorrido confiando en Dios y en su propósito, quien lo guió en todo momento logrando alcanzar a muchas personas que necesitaban una oración.
“Cuando usted sale de su zona de confort, el crecimiento ocurre”, dijo Thornton, para él no todo fue sencillo, contó que enfrentó momentos de debilidad, pero fue fortalecido por personas que encontró en el camino. “Muchos oraron por mi viaje y en el camino recibí apoyo y ayuda de hermanos en Cristo”.
Dolor en el mundo
El misionero en medio de su recorrido pudo observar de cerca el dolor que viven muchas personas, dijo que su visión del mundo cambió completamente. “La gran tragedia del mundo no es la oración no contestada, es la oración no ofrecida. Sólo así usted ve cuán doloroso es el mundo y que algo tan simple como hablar con alguien es todo lo que usted necesita hacer, es muy simple, pero lo complicamos”, manifestó.
Con su misión concluida, el corazón de Thornton está repleto de gratitud: “Quiero agradecer primero a Dios, porque Él es la única razón por la que terminé esa jornada. Gracias a mi esposa y mis hijos, por ser mi equipo de apoyo durante estos días y el equipo de recuperación cuando llegué a casa».
Por Andreina Fersaca