Lo que Dios nos permite vivir es para crecer

Cada uno de nosotros vive en un constante movimiento, así es la vida, un vaivén de posibilidades, de situaciones y de pruebas que formar parte de ese transcurrir del tiempo, en justo en ese proceso cuando debemos reflexionar y preguntarnos si somos el hombre prudente o el hombre insensato.

El hombre prudente es aquel que observa detenidamente lo que ocurre, su reacción y sus palabras, así como lo que dice Dios al respecto y su voluntad, es decir analiza dónde va a edificar su casa, porque la morada del Señor debe ser edificada y creer para sostenernos en la prueba. La roca es Cristo y Él es la Palabra. Los que amamos a Dios todas las cosas nos ayudan a bien.

El Señor tiene todo en control, es decir él no te va a dejar porque es necesario que seas guiado hacia su propósito para que haya un cambio. La Palabra de Dios nos da estatura y crecimiento a nuestro espíritu, es necesario que cada frase escrita sea guardada en nuestra memoria para que la fe sea activada de forma constante. En nuestro esfuerzo y en nuestra búsqueda en la solución del proceso, Dios está trabajando.

Es necesario entender que ninguno de nosotros será probado más de lo que podemos soportar, porque la prueba demuestra que justo en ese momento debemos buscar aún más la presencia de Dios, es decir pan de vida, porque de esta manera nos preparamos para recibir las bendiciones del Señor. El sufrimiento con Dios fortalece y aclara la mente.

Cada uno de nosotros es llamado para bendecir, para ayudar a los demás y para dar un consejo y una mano amiga. Dice la palabra de en Mateo 5:13 “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”. Somos llamados a dar vida, luz llevar la Palabra de Dios.

Por Andreina Fersaca