La imaginación y los sueños están innatos en cada ser humano. Constantemente estamos imaginando, estamos observando lo que queremos para nuestras vidas o para nuestros hijos, padres, amigos, en fin a veces nuestra mente pasa horas creando y al final decimos: “es solo imaginación, imposible de lograr”.
Lo que a menudo hacemos es mirar con la mente el futuro. Lo que no sabemos es que todo que estás viendo viene de lo que no se veía anteriormente, así funciona la mente de Dios, y la nuestra también, porque tenemos la mente de Cristo, fuimos creados a su imagen y semejanza.
Muchas veces cuando escuchas una Palabra y sientes que es Dios quien habla a tu corazón es para qué empieces a soñar con esa Palabra, a partir de allí el Señor te revela el propósito que tiene para tu vida y entonces comienza a actuar la Fe. Ya no se trata nada más de un sueño, sino que ese anhelo se hace realidad a través de la Fe.
Albert Einstein fue un físico alemán, considerado el científico más conocido y popular del siglo XX. Este hombre pasaba la mayoría del tiempo imaginando y pocas horas creando. Es decir el primero soñaba con ese invento que traería cambios en el mundo y luego creía que era capaz de lograrlo.
El Rey David es una muestra de Fe, un soñador. Cuando apenas era pastor de ovejas, se atrevió a enfrentar al gigante Goliat. David primero imagino cómo podía derrotarlo, luego le gritó a su enemigo la forma como acabaría con él y declaró que Dios estaba en su plan, posteriormente lo que había pensado fue ejecutado y el resultado fue la victoria. 1 Samuel 17
Es necesario ver las metas cumplidas antes que sucedan, esto es poner la Fe en Dios. Es reconocer que los sueños son realizables siempre y cuando creamos que no se trata solo de una imaginación, sino que es posible alcanzar lo que nos proponemos si está alineado a la voluntad del Padre Celestial y su lo creemos con todo nuestro corazón.
Por Andreina Fersaca