La gentileza puede transformar vidas

“Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia. Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros.» Colosenses 3:12-13.

La palabra bíblica en este versículo “vestirse” es una gran ilustración de lo que significa ser gentil. Cuando nos estamos vistiendo, tenemos que tomar una decisión de qué ropa nos vamos a poner. Lo mismo sucede cuando usted escoge la actitud que va a tener cada día. Usted puede escoger gentileza, mal humor o alguna otra actitud.

Dios quiere que nos sintamos cómodos con el «atuendo espiritual» que Él nos ordena a ponernos; siendo compasivos, mostrando gentileza, siendo humildes, pacientes y perdonando a los demás. Estas son excelentes cualidades espirituales para «ponernos», y descubriremos que Dios las usará en nuestras vidas para tocar a otras personas.

Nunca sabemos por lo que las personas están pasando y cómo una palabra amable puede ayudarles. A menudo, las personas que no tienen a Cristo en sus vidas están sufriendo en algún área de su vida, y nosotros podemos convertirnos en la herramienta de Dios que les alcance y les toque. La gentileza puede abrir muchas puertas para ministrar a los demás.

La gentileza significa ser amable con las personas sin importar cómo ellos traten a uno. Si somos crueles e irrespetuosos, él o ella no estará motivado a escuchar lo que tengamos que decir. Dios quiere que tratemos a cada persona con gran gentileza. Por ejemplo, usted puede decir cosas buenas a la gente y ser amable con ellos; especialmente con aquellos que están teniendo un mal día. La Biblia dice que la respuesta amable desvía el enojo dirigido hacia nosotros (Proverbios 15:1).

Gálatas 5:22-23 En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!

Por Andreina Fersaca