La calidad de la siembra determina tu cosecha

Es realmente apasionante el tema de la siembra y la cosecha, porque no solamente se trata de la agricultura, es un principio bíblico hermoso que aplica en todas las personas de una forma fantástica, es la manera como Dios obra para multiplicar no solamente los bienes, sino también el amor y la misericordia.

Sembrar en términos de agricultura trata de colocar una semilla en un buen suelo para que ella se reproduzca y desarrolle nuevas plantas. La siembra es totalmente aplicable en nuestra vida diaria, cada uno de nosotros debe depositar constantemente amor, humildad, mansedumbre, servicio, y muchos otros sentimientos que crecerán para nuestro beneficio. Cuando nosotros sembramos el amor de Cristo en otras personas, Dios se glorificará en nuestras vidas y vamos a ser portadores de las buenas nuevas.

La cosecha viene después de la siembra, una vez que las plantas comienzan a crecer, ellas comenzarán a dar frutos y cuando estén maduros viene la etapa de cosechar, es decir recoger esos ricos y hermosos productos que fueron creciendo y están listos para ser disfrutados. Nuevamente lo aplicamos a nuestra vida, cuando somos portadores de semillas de amor, al pasar del tiempo vamos a recoger lo que sembramos y disfrutaremos de ese cariño que depositamos en muchas personas.

Si sembramos rencor, falta de perdón, amargura y otros sentimientos contrarios al amor de Dios, eso mismo vamos a recibir de otros y nuestra vida se tornará en un ciclo interminable de mala cosecha. Pero nunca es tarde para comenzar a sembrar, en cualquier momento podemos aplicar el principio de la siembra y la cosecha, experimentaremos una vida llena de alegría y paz.

Por Andreina Fersaca