Habiendo crecido en la Iglesia Católica en Jordania, Hannah, una joven de 23 años llegó a conocer a Jesús durante un campamento cristiano de jóvenes. Desde entonces, su amor hacia Dios no ha dejado de crecer. Ahora considera que su misión es abrir los ojos de más gente al amor de Dios. Puertas Abiertas apoya estas actividades en Jordania.
Es el tiempo de oración islámico, y mientras la llamada a la oración musulmana se emite por minaretes por toda la capital de Jordania, Hannah habla con seguridad acerca de un llamado aún más fuerte: el llamado de Dios a seguirle. En este país donde los musulmanes constituyen el 98% de la población, ésta no es una elección muy común, ni siquiera cuando has nacido en el seno de una familia cristiana, como es el caso de Hannah.
“Crecí en una familia cristiana tradicional,” comparte. “Todo y que sabía quién era Jesucristo, no lo conocía personalmente. Cuando asistí a un campamento cristiano para jóvenes, cuando tenía 17 años, y hablamos sobre nuestra identidad como cristianos, me quedé impactada. Me di cuenta de que sólo era cristiana en mi certificado de nacimiento y en mi carnet de identidad, ya que en mi vida cotidiana todo esto significaba muy poco”.
Lamentablemente, esto es frecuente para jóvenes que crecen en pequeñas comunidades cristianas en Jordania. Hay alrededor de 170.000 cristianos que permanecen en Jordania y estos números están menguando gradualmente por la migración. El cristianismo en Jordania tiene raíces históricas muy fuertes que se remontan a los primeros cristianos de Pentecostés. Sin embargo, no todos los jordanos que pertenecen a un clan o familia cristiana están activamente comprometidos con Dios y su Iglesia.
En el caso de Hannah, sus padres iban a veces a la iglesia, pero la fe no era algo presente en su día a día. A pesar de eso, sus padres la enviaron a una escuela católica. Pero cuando el predicador del campamento de jóvenes empezó a hablar acerca del amor de Dios, las cosas empezaron a cambiar ya que ese fue un mensaje diferente y nuevo para ella. “Inmediatamente experimenté que el amor de Dios me inundaba. Después de haber hecho la oración de fe mi mundo entero cambió por completo. Antes de esto, como adolescente, había estado luchando con la falta de autoestima, pensaba que no tenía ningún talento, que no valía nada y que mi vida era inútil.”
Abriendo los ojos a la realidad de Dios
La experiencia de Hannah en el campamento de jóvenes significó para ella el fin de esa espiral depresiva en la que se encontraba. “De pronto supe y sentí que había una razón para que yo viviera en este mundo. De pronto mis ojos fueron abiertos a la realidad de Dios. Él tiene un plan para mí y quiere que yo crezca y llegue a otros.”
Se sentía espiritualmente hambrienta. “Quería alimentarme más de la palabra de Dios y sentir más de él cada día”. Empezó a asistir a un estudio bíblico cada quince días y trabajó como voluntaria en su iglesia con los niños. “Sentía que estaba siendo usada por Dios.”
Entonces, las cosas empezaron a tener sentido para ella en los servicios en la iglesia. “Antes, a menudo me aburría en la iglesia, no me importaba la liturgia. Pero después de esta experiencia, empecé a prestar más atención a los sermones y aprendí a apreciarlos mejor. Ahora, cuando el cura empieza a compartir, ¡sé de qué está hablando!”
Hannah tenía muy claro que quería continuar siendo miembro de la Iglesia Católica en vez de irse a otra. “Esta es la iglesia en la que Dios me llamó a estar. Tengo aquí gente en la que confío, cristianos con los que puedo orar. Esta es mi comunidad y no voy a irme. Pero intentaré abrir los ojos aquí hacia el verdadero carácter de Dios”.
Reticencia del cura y los padres
No todo el mundo estaba contento con el nuevo amor de Hannah por Dios y la Biblia. Ella lo expresa así: “Servir a la gente puede ser un gran experimento.”
Al principio el cura se mostró reacio a los estudios bíblicos semanales a los que Hannah asistía. “Pero ahora ve los frutos y me pregunta más y más acerca de ello”.
Su familia fue un obstáculo aún mayor. Al principio, los padres de Hannah eran cautelosos por el impacto que los grupos de estudio bíblico y los campamentos de jóvenes habían tenido en la vida de su hija, y por eso le prohibieron asistir en un primer momento. “Fue un tiempo muy difícil. Oré mucho. No sé cómo, pero después de un tiempo las cosas empezaron a hacerse más fáciles. Ellos vieron el cambio en mi vida y empezaron a aceptarlo. Ahora me dejan asistir a estas reuniones y mi relación con ellos ha mejorado”.
Hannah forma parte ahora de un equipo de voluntarios que organiza reuniones de estudios bíblicos semanales para jóvenes en diferentes iglesias jordanas tradicionales. Muchos de los asistentes provienen de familias pobres. Sus padres no se pueden permitir enviarlos a escuelas cristianas, así que reciben educación pública basada en las enseñanzas coránicas. Sin los grupos bíblicos de las iglesias, estos jóvenes cristianos apenas leerían la Bíblia.
Hannah conoce incluso ejemplos de jóvenes cristianas que empiezan relaciones con chicos musulmanes y se convierten al islam. “No saber suficiente acerca de la Bíblia puede ser realmente peligroso”, dice.
Llamado a la oración
“Hay una gran necesidad en Jordania y los jóvenes están hambrientos”, dice Hannah. “Muchos jóvenes están tan perdidos. Piensan que Dios no está aquí o que está muy lejos. Pero sé que una vez hayan aprendido quién es realmente este gran Dios, sus vidas cambiarán”.
Hannah tiene una petición de oración específica para los que apoyan Puertas Abiertas: “Sería genial si pudieran orar por los jóvenes en Jordania, para que sus vidas cambien como lo hizo la mía”.
Nombre cambiado por razones de seguridad
Fuente: PuertasAbiertas.org