La amistad es una bendición de Dios, es un regalo que recibidos y que debemos cosecharlo diariamente. La verdadera amistad consiste en estar más preocupado por el bienestar de la otra persona que por el tuyo.
En la Biblia encontramos varias historias que nos demuestran que Jesús y distintos hombre de Dios tuvieron grandes amigos, quienes fueron importantes y determinantes en sus vidas, por ejemplo Jonatán y David. “Hizo Jonatán un pacto con David… el manto que llevaba… se lo dio a David, así como otras ropas suyas, su espada, su arco y su cinturón” (1 Samuel 18:3). Arriesgó su vida mientras David vivía (Ver 1 Samuel 20:31).
La amistad sincera no estará en riesgo por causas de dinero, ni la matará el éxito o la fama de una de las partes, cuando amas a alguien haces lo que sea necesario para conservar ese vínculo especial y lo imposible para estar a su lado cuando te necesite.
Cuando tienes un verdadero amigo no importa si pasaron 5 o 10 años de la última vez que le distes un abrazo o compartieron un café, cuando te vuelves a encontrar con él retomas la amistad como si no hubiera pasado el tiempo.
Uno de los versículos más importantes en cuanto a la amistad está Proverbios 17:17 “En todo tiempo ama el amigo, es como un hermano en tiempo de angustia”.
Un verdadero amigo es aquél con quien puedes mostrarte tal cual eres sin temor a ser rechazado o censurado, por una razón muy sencilla «¡Es tu Amigo!». En Proverbios 18:24 podemos leer: “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano».
Sabemos que nuestro mejor amigo es Jesús, es el más grande amigo que podemos tener, pero Él también nos da de regalo a personas que nos aman y que debemos amar sin condición.
Muchos se lamentan porque no supieron cuidar amistades muy valiosas y las perdieron, otros se afligen porque solo les quedan dos o tres amigos fraternales, también hay quienes sufren por no tener tan solo uno. Alguien a quién estimo mucho suele decir: «Los amigos son una fortuna que tenemos que cuidar mas que al oro y si los dedos de tus manos alcanzan para contarlos, puedes considerarte millonario en amistad!».
Como en toda área de nuestra vida, nuestra amistad debe estar fundamentada en el evangelio. Si hacemos caso a Cristo y lo convertimos en el fundamento de nuestras vidas, como aquel hombre que construyó su casa sobre la roca (Mateo 7:24-27), entonces buscaremos personas que tengan los mismos fundamentos que nosotros.
Por Andreina Fersaca