La historia de David Holston, un joven de 18 años se ha hecho viral en los Estados Unidos. Todo comenzó cuando él se encontraba en Washington, específicamente en la ciudad de Seattle, allí reside su madre y aprovechó la oportunidad para colocar un anuncio ofreciendo sus servicios en Coeur d’Alene, es decir se encarga de remover la nieve de las viviendas, estacionamientos, entradas de negocios y otras zonas.
El joven empresario luego de publicitar su trabajo, ocurrió un “milagro”, no pasaron más de cinco minutos cuando su teléfono comenzó a sonar y empezaron los clientes a llover como “lluvia de bendiciones”. En tan solo cuatro días Holston ganó 35 mil dólares trabajando turnos de 12 a 15 horas. Su esfuerzo, constancia y dedicación lo llevaron a ganar cinco veces más de lo que normalmente recibe de dinero.
Cabe destacar que la mencionada ciudad recibió una nevada histórica de hasta 10 pulgadas y el joven de 18 años aprovechó la ocasión para remover la nieve de forma honesta y responsable. El estadounidense comenzaba a trabajar a las 2 de la mañana. Él cuenta que normalmente gana 125 dólares por hora, pero con el aumento de la demanda luego del anuncio publicitario, llegó a ganar gas más de 500 dólares la hora.
Donación y multiplicación
David Holston inmediatamente después de recibir el pago por su trabajo, no dudo en hacer pública su decisión de donar el 20% de sus ganancias para reino de Dios. «Planeo diezmar para hacer avanzar el reino de Dios, comprar cortadoras para la temporada de corte de este año y guardar el resto para comprar mi primera casa sin deudas», dijo Holston a Fox News. «Le doy todo el éxito a mi salvador Jesucristo, quien murió en una cruz para perdonar mis pecados y tres días después se levantó de entre los muertos».
Holston señaló que en toda su obra, sigue un versículo bíblico sencillo: Lucas 12:31 que dice «Pero primero busca el reino de Dios, y todas estas cosas se te agregarán». «El Señor me bendijo con el dinero, con el único propósito de avanzar en su reino. ¡Toda la gloria va a Dios!».
Por Andreina Fersaca