Jesús se detiene a transformar vidas

Cuando Jesús caminó por esta tierra como un hombre humilde y lleno de amor, revestido de poder para hacer milagros, Él no se detenía a observar la enfermedad de las personas que deseaban ser sanadas, Él veía el corazón de aquellos que creían en Él y que querían ser transformados.

Jesús antes de hacer milagros de sanación, perdonaba los pecados de aquellos que lo aceptaban y los hacía libres, no solamente de la enfermedad, sino también de todo aquello que no estaba alineado a Dios. Muchos comenzaron a caminar conforme a la voluntad del Padre.

En Lucas 18: 35-43 vemos la historia de un hombre que era ciego y le gritó !Hijo de David, ten misericordia de mí!. Jesús le preguntó ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la vista.  Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado.

Muchas veces queremos que ocurra un milagro en nuestras vidas, pero en primer lugar no creemos que Dios pueda hacer realidad ese anhelo que tenemos en nuestro corazón, y en segundo lugar no pedimos como conviene. En la historia antes mencionada, Jesús sabía que este hombre era ciego y que su petición era que lo sanara, pero Él quería escuchar su clamor.

Nosotros debemos hablar con nuestro Padre y aunque Él sepa lo que necesitamos, es importante que le pidamos y tengamos una relación directa con Él. La Palabra es vida y eficaz.

Otra enseñanza que debemos aprender de este pasaje es que muchas personas están ciegas, pero no físicamente, sino espiritualmente. Los afanes de la vida no permiten que se detengan a observar que Dios está allí, dispuesto a sanar, a proveer, a transformar, restaurar y a obrar de manera maravillosa- El Señor quiere que nos libremos se esa ceguera para poder disfrutar de sus infinitas bendiciones.

Por Andreina Fersaca

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