Muchos ven en la Segunda Guerra Mundial y el exterminio de un tercio de la población judía a manos de los nazis y sus aliados una de las causas de la creación de Israel en 1948. Pero historiadores locales lo niegan y aseguran que este solo adelantó su nacimiento.
Por Ana Cárdenes
“Hay una idea errónea de que después de la guerra, los europeos se sintieron culpables y eso les llevó a contribuir a la creación de Israel. No es cierto”, explica a Efe Robert Rozett, historiador superior del Yad Vashem, el Museo del Holocausto, en Jerusalén.
A la gente le tomó mucho más tiempo desarrollar una conciencia y comprensión sobre el Holocausto, en el que se exterminaron seis millones de judíos de los cerca de 17 que había entonces en el mundo, asegura, y remarca tres factores que impulsaron la creación del país.
El primero fue “la emergencia del sionismo político. Los judíos se trasladaban a la tierra de Israel desde el siglo XIX en adelante. Ya había 600.000 viviendo allí para el final de la IIGM”.
En segundo lugar, Gran Bretaña estaba tan mermada tras la guerra que se le hacía imposible gestionar el creciente conflicto entre árabes y los judíos en el mandato de Palestina.
Por otro lado, el estudio de los votos que llevaron a la aprobación del Plan de Partición en la ONU en 1947 muestra factores de intereses políticos o nacionales.
“Entre los que votaron por Israel, estaban países latinoamericanos que apoyaban a los judíos no por ser judíos, sino por la modernización que estaba habiendo en Israel, su agricultura, y su apoyo a los movimientos de liberación nacional”, explica Rozett.
Además, Truman (EE.UU.) tenía necesidad de atraer el voto judío de Nueva York, clave en su reelección, y los soviéticos, con Stalin, “estaban interesados en crear caos y entendieron que crear un Estado judío en el medio de un ‘mar’ árabe podría ser una oportunidad para acceder a la región”, añade.
Coincide con él Judy Baumel-Schwartz, directora del Instituto Arnold y Leona Finkler para investigación del Holocausto, que asegura que este “aceleró la creación de Israel, pero hubiera ocurrido de todos modos” ya que “los judíos venían y se asentaban aquí mucho antes de que los nazis llegaran al poder”.
LA TRAGEDIA EUROPEA
Admite, sin embargo, que la tragedia europea sí que “creó un clima internacional de mayor aceptación de la necesidad de una patria judía independiente”. El sionismo no era muy fuerte en 1920, pero se desarrollaba a gran velocidad y en 1935 “ya había crecido mucho”.
La guerra también impulsó el apoyo al movimiento sionista y fomentó el deseo de muchos de mudarse a un país donde la mayoría fuese judía, donde no fuese posible que hubiera antisemitismo.
Aun así, muchos supervivientes prefirieron quedarse en las zonas tomadas por los nazis o irse a otros países, algunos porque tenían familiares lejos, y tras el Holocausto, necesitaban estar cerca, otros porque el naciente Israel vivía en el conflicto, y no querían volver a la guerra, y otros porque creían en un movimiento nacional, pero no en Israel. También había un pequeño grupo de ultraortodoxos antisionistas, pero era minoritario.
Avraham Doron, profesor del Departamento de Historia General de la Universidad de Bar Ilan, es otro de los que considera que “Israel no es resultado directo del Holocausto y el asesinato en masa de judíos”, sino que responde principalmente a “décadas de actividad del movimiento sionista, que empezó a finales del siglo XIX”. Si los sionistas hubiesen logrado su estado antes, afirma, “el Holocausto no habría ocurrido”.
Sobre los millones de judíos que sobrevivieron, remarca que muchos no pensaban en ir a la entonces Palestina, sino en elegir el mejor lugar para rehabilitar su vida, su familia y reconstruir las comunidades judías.
“Muchos pensaron que quedarse en Europa, aunque devastada, era la mejor opción. Otros cruzaron el Atlántico y fueron a Canadá o EE.UU. y, de los que decidieron venir a Palestina -luego Israel-, no todos eran sionistas. Algunos querían construir el nuevo estado de los judíos, pero otros vinieron porque no tenían otra elección”, dice Doron, como lo hicieron a lo largo de los años cincuenta los judíos de los países árabes.
El Holocausto impulsó el establecimiento del país, pero su creación “no fue resultado del ‘pobres judíos, vamos a ayudarles’, sino sobre todo de la división de poderes por la Guerra fría, intereses nacionales específicos europeos y americanos que fueron “mucho más cruciales e importantes que las consideraciones morales sobre los judíos”, valora.
EL GENOCIDIO
Los historiadores coinciden en que el genocidio nazi sirvió para galvanizar el sentimiento de pertenencia a un pueblo, una nación e hizo cuestionarse a muchos judíos europeos sobre su relación con los países de los que eran nacionales.
“Muchos de los judíos de Europa no consideraban antes de la IIGM su judaísmo una identidad nacional, sino una identidad religiosa y cultural, que no les impedía ser patriotas de sus países”, un sentimiento afectado tras los asesinatos en masa.
En palabras de Rozett, autor de un libro que recopila cartas de los supervivientes justo después de la gran contienda, “muchos judíos se sintieron traicionados por sus vecinos, que casi nunca les ayudaron y que, a veces, estuvieron involucrados en la persecución y asesinato de judíos”.
Esto hizo que en las encuestas elaboradas en los campos justo tras la guerra la mayoría indicase su preferencia de venir a Israel, aunque luego muchos no lo hicieran.
Ochenta años después, aún no se ha recuperado la cifra de judíos que había antes del inicio de la guerra en 1939: 16,7 millones, de los que cerca de un 60% vivían en Europa. Hoy hay en el mundo 14,5 millones de judíos, de los cuales un 46%, algo menos de siete millones, vive en Israel y alrededor de 1,4 millones (un 10%) en países europeos.
Fuente: Unidos por Israel