Israel: aprendizajes de un país viejo y una ciudad inteligente

Muchas veces la forma más efectiva de implementar una innovación es aprendiendo de quienes ya lo han experimentado y lo hacen bien. Israel es uno de los países más avanzados en términos de ciudades inteligentes, y al ser Cundinamarca una región que ha decidido apostar por la innovación y las soluciones “smart” en sus ciudades, allí nos fuimos a aprender.

Tan impredecible como sorprendente, Tel Aviv puede ser una ciudad de tan solo un siglo de edad, llena de energía, alegría, planes y proyectos, con muchas ideas, innovadora, tecnológica, divertida, una ciudad nueva en un país viejo. Se trata de un territorio con historias, moralejas, cicatrices, pero sobre todo interesante e intrigante.

Gracias a la invitación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tuvimos la invaluable experiencia de conocer experiencias aplicadas a contextos urbanos. De la mano de algunas de las mejores empresas del país e instituciones públicas, en una semana y con una agenda intensa e interesante, aprendimos de más de 20 visitas a instituciones públicas, privadas y académicas que están a la vanguardia de la tecnología aplicada.

Israel está conformado por un territorio bien planeado, que ha demostrado que con una organización calculada y un enfoque decidido en la generación de negocios, puede cambiar radicalmente en unas pocas décadas.

Las necesidades son el más visible estímulo de la evolución, y en ese camino se han hecho esfuerzos por hacer de la necesidad una virtud. Un ejemplo de ello ha sido la escasez de agua, que finalmente ha ejercido como propulsor para el desarrollo de procesos como el riego por goteo, la reutilización de agua y la desalinización más barata de agua, por citar algunos casos.

Israel y las ciudades inteligentes

Entre las prioridades para lograr una ciudad inteligente y competitiva fue fundamental la creación de un ecosistema de emprendimiento. Las incubadoras, las aceleradoras, el estímulo del capital de riesgo, del uso de la tecnología, la innovación y en general todo el esfuerzo coordinado del sector público, privado y la academia, reunidos en torno a la generación de ideas.

Durante el viaje, tuvimos la oportunidad de visitar el Herzliya Accelerator Center (HAC), una de las primeras aceleradoras municipales del mundo enfocadas en ciudades inteligentes. La ventaja competitiva de HAC radica en su capacidad para dar apoyo en el arranque del proceso de innovación, proporcionarles diversos recursos para crear soluciones efectivas a problemas reales. Excepcionalmente, proporciona soporte de alto nivel sin exigir capital ni contraprestaciones a cambio de sus servicios.

Las empresas emergentes que participan en la aceleradora disfrutan de ventajas específicas pensadas para promover sus productos y servicios, como acceso a bancos de datos municipales, contacto directo con jefes de departamento y figuras profesionales dentro del municipio, programas de mentoría diseñados para conectarlos con empresarios exitosos en su campo, y la posibilidad de realizar una prueba de concepto en la propia ciudad o en ciudades relacionadas. Además, disfrutan de acceso a empresas en el resto del país, así como a los socios estratégicos internacionales.

Otro de los aprendizajes más importantes obtenidos de la visita fue la creación de una estrategia pública orientada al ciudadano, que, ya desde la misma página web, busca entender las necesidades de los diferentes grupos sociales y funcionar en torno a sus requerimientos. Esto parece sencillo, pero tiene una profundidad muy importante porque invita a utilizar la empatía como herramienta básica de interrelación entre el Estado y la sociedad.

El nuevo petróleo es la información. Esta es una verdad tradicional, sin embargo, es fácil decirlo, pero no tanto aplicarlo. Ver cómo una ciudad puede adelantarse a los deseos de sus ciudadanos, entender cómo los sistemas de información –recursos georreferenciados, bases de datos, procesos de big data, etc. – y se convierten en herramientas realmente definitivas para la gestión pública, resulta admirable.

Gracias a esta visita también entendimos la situación de vulnerabilidad frente a los ciber ataques en la que nos encontramos. Entendimos que estamos en un mundo en el que la disputa por el poder se da cada vez más en el plano digital y, lo que es más grave, donde “las víctimas” estamos intoxicados por una ilusión de conocimiento y de seguridad, que nos hace estar peligrosamente tranquilos y pasivos frente a esta realidad.

Pensar es lo más importante para una empresa, un país, un ente público e incluso en la vida de cualquier ser humano, y la verdad es que a veces no le dedicamos mucho tiempo a esta actividad tan importante. Crear centros de pensamiento, observatorios, espacios para discutir y analizar estadísticas, buenas prácticas, criticar procesos, etcétera, genera más réditos que la ejecución temeraria de libretos por costumbre y rutina.

Finalmente, aprendimos que el término “smart city” o ciudades inteligentes se ha abusado alrededor del mundo, quizás por su sexapil, sin embargo, ha perdido parte de su significado y algunos piensan que el hecho de tener cámaras en las calles hace una ciudad inteligente, y esto abre una discusión tan profunda como interesante. Yo en lo personal tengo mi propia definición que se acerca más a una “ciudad feliz” que logra entender las necesidades de la gente y funcionar alrededor de lo fundamental, usando las diferentes herramientas como la tecnología para lograrlo en un ambiente de eficiencia.

El Departamento de Cundinamarca, Colombia, ya está dando pasos hacia para consolidar ciudades inteligentes. Específicamente en cuanto a innovación y gestión del conocimiento, estamos actuando apoyados en el Consejo Regional de Competitividad de Colombia, a partir de un análisis exhaustivo de las ventajas competitivas del territorio. Al promover un desarrollo integrado y sostenible, las ciudades inteligentes se tornan más innovadoras, competitivas, atractivas y resilientes, mejorando así vidas.

Dicho análisis aconsejó el desarrollo de la ciencia y la tecnología, el potenciamiento de la infraestructura institucional, el desarrollo de las capacidades de innovación en las cadenas productivas y el fortalecimiento de la calidad del talento humano en la región. Existen varios retos aún. Colombia invierte el 1% del PIB en Ciencia y Tecnología, mientras que los países ricos en un 2.4%.

Para que una región como Cundinamarca se posicione como territorio inteligente, debe abrirse a acoger sistemas intensivos de conocimiento. Estamos en camino a ello y hemos comenzado con un ambicioso plan de innovación y desarrollo.

Las ciudades y las personas pueden actuar de manera inteligente, sobre todo con ayuda de la tecnología y manteniendo al ser humano como centro del sistema. Debemos aprovechar ahora que el conocimiento está a algunos clicks de distancia y adaptemos las buenas ideas. En Tel Aviv vimos varias. Aprovechemos que tenemos un camino trazado y que ya estamos en la ruta correcta.

Fuente: Unidos por Israel

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