Para los cristianos, la Biblia es el libro por excelencia que ocupa un lugar prominente no sólo en los hogares sino en los corazones. La mayoría de los creyentes tienen el hábito de leerla todos los días, cumpliendo el mandamiento divino que dice: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”. Deuteronomio 6:6-9
La Biblia es el mejor libro para instruir a toda la familia. Enseña al hombre cuáles son sus deberes y privilegios, a cómo debe amar y proteger a su esposa. A la mujer le dice cómo proceder en su casa, lo que debe a su marido, y qué puede esperar de él. A cada uno enseña la conducta que debe tener hacia los demás, también señala cómo educar y corregir a los hijos, y a éstos les ordena obediencia y respeto con sus padres.
El rey poeta Salomón lo dijo también, “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican: Si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia” Salmo 127:1. Al ser conocedores de esto, debemos luchar porque Dios sea el centro en nuestro hogar y nuestras familias, sólo Él y su bendita Palabra puede llenar nuestras almas de gozo y contentamiento.
La Palabra de Dios no sólo es guía, sino es maestro, vínculo de unión, fundamento insuperable, modelador del carácter, un soporte poderoso en tiempos de aflicción. Si la desesperación nos agobia, podemos leer la historia de Job y su victoria; si la tentación intenta dominarnos, nos habla de José; si la persecución y los peligros nos rodean, nos enseña con la actitud valiente de Daniel y sus compañeros. Si vemos fracasar nuestros esfuerzos debido al odio y envidia de otras personas, nos menciona el ejemplo de persistencia de Isaac; si el desaliento se cierne sobre nosotros, nos enseña la historia de Elías en el monte Horeb.
Nos encontramos en tiempos tan peligrosos que hoy más que nunca es necesario estudiar y dejarnos guiar por este precioso libro. Podemos ver como por todos lados reinan las tinieblas, el caos y los conflictos, aún en muchos hogares cristianos se ven amenazados sus cimientos.
A lo mejor te encuentres en algunas de esta situación y te preguntaras que debes hacer para que eso cambie. La solución está en nuestras manos, vivamos al resplandor de la Palabra de Dios, edificando nuestros hogares sobre la roca sólida. Es importante dedicar al menos quince minutos diarios para leer y orar en familia, haciendo de esto un hábito de vida y reverencia, rogando al Señor que hable al corazón de cada miembro de la familia.
“Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará”. Proverbios 24:3
Por Rossmary Valladares
