Con el propósito de que las personas sordas conozcan a Jesús y puedan cumplir con el llamado de la Gran Comisión, la organización Deaf Bible Society ofrece acceso gratuito a traducciones de la Biblia en lenguaje de señas y permite proyectos en este lenguaje en asociación con otros ministerios.
Los encargados de Deaf Bible Society están realizando un trabajo especial con las personas sordas enseñándole a Jesucristo a través de la Palabra, ellos son defensores de la traducción y el acceso de la Biblia para quienes tienen esta condición.
Según las estadísticas manejadas por esta organización, en todo el mundo, el 98% de las personas sordas nunca han sido introducidas al Evangelio. Los cristianos sordos están trabajando arduamente para promover la traducción y el acceso de la Biblia en sus comunidades, y también para establecer y hacer crecer los ministerios de la iglesia.
Beth Gray, uno de los líderes de Deaf Bible Society, manifestó que este trabajo es arduo y se debe realizar con personas apasionadas y comprometidas con la Sociedad Bíblica Sorbe. Agregó que a pesar del aumento de la conciencia sorda, todavía hay muchos conceptos erróneos que rodean a estas comunidades y las lenguas de signos. “Estas calificaciones erradas no solo impactan la interacción de la sociedad con los sordos, sino también el hecho de que las iglesias puedan ayudar a estas personas. Si queremos ser testigos efectivos del evangelio debemos conocer sobre este tema”, dijo.
Según Beth Gray, uno de las primeras ideas equivocadas es creer que el lenguaje de señas es universal, explica que según la Federación Mundial de Sordos, existen alrededor de 70 millones de personas Sordas en todo el mundo y hay cientos de lenguajes de signos que son utilizados por estas diferentes comunidades.
Aunque aún se desconoce el número exacto de lenguas de signos en el mundo, Deaf Bible encargó a un equipo hace aproximadamente un año que compilara una lista de lenguajes de signos conocidos.
Otra idea que considera está errada es que el lenguaje de señas en un país en particular es similar al idioma hablado. Gray enfatiza el hecho de que los lenguajes de señas y los idiomas hablados, incluso si se originan en el mismo país, son idiomas totalmente diferentes.
Finalmente el vocero de Deaf Bible Society dijo que otro de los conceptos erróneos que maneja la sociedad es la idea de que una traducción escrita de la Biblia les da acceso a las Escrituras a las personas Sordas. Aclaró que muchas personas en esta condición pueden únicamente entender el lenguaje de señas y es posible que tengan dificultades para comprender verdades bíblicas complejas.
«Vemos a lo largo de la narración bíblica que el corazón de Dios parece ser para cada tribu, lengua, nación y lengua para conocerlo. Parece ser una alta prioridad de Dios que haya un remanente, un grupo de personas que lo siguen de todos los grupos de idiomas del mundo».
Este remanente se menciona en Apocalipsis 7: 9 cuando Juan el Apóstol escribió: «Después de esto miré, y he aquí una gran multitud que nadie podía contar, de cada nación, tribu, pueblo e idioma, de pie delante del trono y delante del Cordero llevaban túnicas blancas y sostenían ramas de palmera en sus manos.
Cada grupo lingüístico estará representado ante el trono de Dios. Y eso incluye a aquellos cuyo lenguaje del corazón es un lenguaje de señas; eso incluye a los sordos.
La misión es llegar a cada una de las personas sordas
Según la Biblia sorda, la gran mayoría de los sordos no son alcanzados por el Evangelio. Como comunidad importante para la Gran Comisión, los cristianos y ministerios como “Sordo Biblia”, están centrando sus esfuerzos para llegar a todos los grupos de personas sordas para Cristo.
En la página web www.deafbiblesociety.com piden oración por el lenguaje de señas, por los esfuerzos de traducción de las Escrituras, para obtener los fondos y el personal necesario para esta labor, para que los equipos que trabajan en traducciones sean alentados espiritualmente, y para que Dios se revele a los grupos de personas sordas no alcanzados y saque un remanente de su Reino.
Por Andreina Fersaca