Te sudan las manos, sientes hormigueo en el cuerpo, tiemblas, el corazón se acelera y te paralizas. Estos son los síntomas del pánico, del temor a algo o a alguien. Tal vez muchos de nosotros nos sentimos identificados con este tema, porque es usual que le tengamos miedo a alguna situación en nuestras vidas.
A las alturas, el encierro, a la muerte, a la soledad, enfermedad, el desempleo, la falta de alimento, inseguridad, en fin existen muchas razones por las cuales las personas en alguna área sienten temor, a tal punto que puede sufrir ataques de pánico.
Lo importante es que Dios lo sabe y está dispuesto a ayudarte a que seas libre de ese sentimiento que en ocasiones hace que te paralices. Es necesario que las personas no vean esta condición como normal, sino que identifiquen la raíz del problema y no permitan que esta situación se apodere de tu vida.
El temor y el pánico comienzan en la mente de los seres humanos, allí es donde las personas comienzan a imaginar un trágico desenlace que no está sucediendo, ni sucederá. Por tal motivo debemos ganarle a la mente y no permitir que el temor se apodere de nuestras vidas.
La mejor manera de combatir el pánico es la palabra de Dios. La biblia dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. 1 Timoteo 1:7
Es importante que constantemente memoricemos un versículo, esa Palabra debe estar repetitivamente en nuestra boca y en nuestro pensamiento, de manera que si viene el ataque de pánico, ese versículo será recordado y declarado sobre nuestras vidas.
La Fe juega un papel muy importante, cuando llega el temor a nuestras vidas la fe se minimiza y no podemos siquiera recordar esta Palabra, por tal motivo en Romanos 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”, por lo tanto debemos en ese momento escuchar las escrituras y las promesas de Dios para nosotros.
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Isaías 41:10
Por Andreina Fersaca