La paciencia es una de las virtudes más difíciles de comprender. Y es que cuando oramos a nuestro Dios omnipotente, sabemos que Él es capaz de ayudarnos en cualquier momento. Hemos reconocido que él es un Dios amoroso que dio a su hijo por nosotros y que no se niega a enviarnos ayuda cuando la necesitamos y hemos sido testigo de ello.
Pero, cuando le pedimos a Dios que intervenga en nuestras circunstancias, ¿por qué la mayoría de las veces hay tanto atraso? En ninguna parte de la Biblia menciona que hay respuestas inmediatas a nuestras oraciones, él sí promete darnos una respuesta pero en su tiempo, “porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa”. Hechos 10:36
Hay algo que él nos asegura y es que nunca llega tarde, pero en nuestra impaciencia, no queremos una respuesta que simplemente “no sea tarde”. La mayoría de nosotros quiere una respuesta ya; sin saber el propósito que hay en esa respuesta que aún no llega. Todos tenemos necesidades, y no entendemos por qué esas necesidades tienen que extenderse.
Sin embargo, Dios tiene sus razones. A lo mejor esas necesidades se extienden un tiempo porque logran algo en nosotros que nada más lo hará. O tal vez eso que estamos viviendo se prolonga porque Dios está obrando en la vida de alguien y forma parte de nuestra situación.
Esperar en el Señor siempre será lo mejor, no hay plan que escape de sus manos. No sabemos si en medio de todo él nos está enseñando sobre la oración o fortaleciendo nuestra fe.
A veces Dios nos deja claro que esa respuesta que tanto deseamos, se atrasa porque esa espera permitirá que se perfeccione su obra en nuestras vidas o en la de otras a nuestro alrededor. A veces no nos da una razón en absoluto y el silencio nos acompaña.
Como cristianos debemos entender que lo mejor siempre será esperar en Dios, y si además esperamos con fe y expectativa, la espera será ampliamente recompensada. Al esperar nos guiará, nos proveerá, nos cuidará, nos corregirá y nos recompensará. Su tiempo es perfecto.
“Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor”. Salmo 40:1
Por Rossmary Valladares
