Una vez más se conmemora la Semana Santa o Pascua, tiempo en el cual los cristianos recordamos la muerte y resurrección de Jesucristo. Aunque para esta fecha muchas personas se van de vacaciones y descanso, debemos recordar que la Semana Santa es más que eso.
A la luz de la Palabra, la Semana Santa es más que una costumbre y no tiene nada que ver con conejos o huevos de chocolate. En este tiempo especial, rememoramos el amor de Dios por la humanidad, entregando a su único Hijo para que muriera por nosotros, ya que a través de ese sacrificio y el arrepentimiento y confesión de nuestros pecados, podemos ser perdonados, limpios y salvos por él. Este debe ser el único y verdadero sentido de la Semana Santa.
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”. Isaías 53:5
En este tiempo como cristianos nos conmueve todo lo que Jesús tuvo que vivir para darnos salvación y vida eterna, pero al mismo tiempo celebramos su victoria sobre Satanás y sus demonios, al resucitar al tercer día.
La Semana Santa al igual que la Navidad, ambas fechas importantes que celebramos los cristianos, se ha desvirtuado su significado. Debemos rescatar el verdadero significado de esta celebración, y es que Jesús resucitó, la muerte no pudo vencerle. Tal cual, como el salmista y el mismo Jesús lo habían profetizado, la muerte no pudo retenerlo para siempre. Jesús resucitó, está vivo sentado a la diestra del Padre, y gracias a él tenemos paz y esperanza de una vida eterna. ¡Vivamos cada día como le agrada a él!
“Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío”. Juan 20:19-21
Como hijos de Dios, debemos asumir la responsabilidad de conservar el verdadero significado de la Semana Santa en nuestros hogares. En nuestros devocionales familiares enseñemos a nuestros hijos la importancia recordar la muerte y resurrección de Jesús, para que nada en el mundo desvirtúe este acontecimiento histórico que cambió para siempre el rumbo de la humanidad.
Por Rossmary Valladares
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