“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible”, Hebreos 11:24-27
Vivir por fe es la única forma de sobrellevar las pruebas y dificultades que llegan a nosotros. Este pasaje nos invita a colocar los ojos en el Señor en medio de la adversidad, como lo hizo Moisés y como nos dice Hebreos 12:2 “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.
Moisés hizo su elección, escogió vivir para Dios antes que disfrutar de todos los deleites terrenales, colocó su mirada en las cosas eternas y no en las temporales y Dios lo respaldó. Por fe podemos estar seguros de la providencia de Dios y de su presencia en nuestros corazones por medio de su Espíritu que nos capacitará para soportar hasta el fin.
Moisés aunque se crió lleno de lujos siendo un príncipe en el reino egipcio, convirtiéndose en uno de los mayores generales egipcios y casándose con una princesa etíope, nunca se olvidó de sus raíces y tomó una decisión radical para ayudar al pueblo de Israel. Eso significó renunciar a la gloria terrenal por amor a Dios y a su Pueblo. Sabía que los premios terrenales son vanos comparados con la recompensa eterna en el cielo. Cristo igualmente renunció a su gloria por amor a nosotros y aceptó morir en una cruz para salvarnos y ahora goza de su recompensa celestial al estar sentado a la diestra del Padre.
Vivir por fe implica renunciar a todos los deleites del mundo y de la carne para cumplir la voluntad de Dios. Moisés nunca dudo de que Dios llevaría su plan hasta el fin para sacar a su pueblo de esclavitud y conducirlos sanos y salvos hasta la tierra de la promesa. Se sostuvo porque siempre su mirada estuvo puesta en Dios.
Esta es la fe de un justo dispuesto a intentar lo imposible ante el mandato divino y entender que Dios está presente para ayudarlo a alcanzar el objetivo. La fe debe intentar superar todas las barreras que se presenten en el camino, con la seguridad de que Dios está a nuestro lado para hacernos seguir adelante.
La característica de Moisés era su íntima relación con Dios, el secreto de su fe era que conocía personalmente a Dios. Éxodo 33:9 “Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés”. Enfrentaba la vida y todo lo que sucedía estando en la presencia de Dios.
Esto es lo que debemos aprender para poder vivir por fe: si estamos en la presencia de Dios nada nos podrá vencer. El secreto de la vida victoriosa es estar cara a cara con nuestro Dios antes de enfrentarnos a cualquier situación. Abracemos todas las promesas de Dios en su Palabra y miremos hacia el galardón que nos espera en el cielo y sostengámonos como viendo al invisible.
Por Andreina Fersaca