En el libro de Éxodo vemos como el pueblo de Israel olvidó todo lo que Dios hizo para sacarlos de Egipto, olvidaron todas las señales que Él realizó delante del Faraón para demostrarle que eran sus hijos amados. Los prodigios demostraron su poder y les pidió que al tercer día le adoraran, pero ellos lo olvidaron y empezaron a quejarse por alimento, bebida, cansancio y otras situaciones que viviendo en medio de la prueba.
Actualmente sucede que el día a día y las situaciones que vivimos nos absorben, nos arropa y oprimen, lo que causa que rápidamente olvidemos lo que Dios ha hecho y hace constantemente por nosotros. Entre tan acelerado quehacer diario no tenemos espacio para Dios y nos damos cuenta que esto está ocurriendo.
Luego de que el sistema nos envuelve comienza el lenguaje de queja. Así ocurrió con el pueblo de Israel, se dejaron llevar por la situación y comenzaron a quejarse obviando así todo el poder que Dios había demostrado.
Después de la queja viene el retraso, así lo vivieron nuestros antepasados. Un viaje que duraría 40 días, terminó en 40 años. La actitud de estos hombres y mujeres cansó a Dios y los mantuvo años en esa prueba. Así mismo ocurre con nosotros, atrasamos las bendiciones por culpa de nuestra reacción. Es importante entender que las bendiciones están en lo sobrenatural y vivimos en lo natural, es decir tenemos que trabajar para bajar esas bendiciones que Dios tiene preparadas para nosotros.
El Señor nos dice en su Palabra que no olvidemos lo que Él ha hecho en nuestras vidas. “Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos”. Deuteronomio 4:9
“Y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre”. Deuteronomio 8:14
Por Andreina Fersaca