En este Mes de la Biblia, Esteban Fernández, Director Ejecutivo para América Latina en Bíblica, nos revela el trabajo intelectual y espiritual que conllevan las traducciones y nos ofrece consejos para disfrutar no solo de la palabra escrita, sino también de la Palabra viva y eficaz.
Hoy en día, nos encontramos con muchas versiones de traducciones a la hora de elegir la Biblia que vamos a leer. Esteban Fernández es el director de la Nueva Versión Internacional y, después de largos años de trabajo, son conscientes de la importancia que tiene la palabra como herramienta de comunicación del Evangelio.
«Si no pudiéramos adentrarnos en lo más profundo de la palabra, nunca llegaríamos a conocer a Dios. Y la única manera de conocer a Dios es a través de la Palabra revelada», agregó Fernández.
La palabra y la Palabra
A menudo, en nuestro discurso, confundimos el término «La Palabra». Al decir «La Palabra», no nos referimos a una Biblia, sino a La Palabra reveladora de Jesucristo que se encuentra en sus letras y palabras que componen el libro. Es por eso que el equipo de Bíblica tiene esto en cuenta a la hora de traducir y trabajar en la distribución de las Biblias.
«En la Biblia, tenemos la palabra escrita, y en Jesús, la Palabra viva», dice Esteban Fernández. «Cuando Jesús se fue, dijo: ‘Yo les dejo a alguien que les ayudará todos los días a conocer cada vez más la Palabra’, y ese es el Espíritu Santo, quien nos guía para poder recibir La Palabra cuando leamos los versículos bíblicos. Por eso, nosotros le damos mucha importancia a la palabra», explicó.
La palabra como medio de comunicación es fundamental porque si no nos entendemos, no nos comunicamos. Pero también entendemos que el lenguaje, este ir y venir de la palabra, no es solo lo que nosotros decimos, sino también lo que otros entienden. Por eso es importante actualizar nuestros lenguajes, porque sin cambiar el mensaje de la Biblia, sin cambiar el gran mensaje, que es el Señor revelándose a nosotros, los lenguajes van cambiando.
Fernández nos comparte que el proceso dialéctico planteado no tiene que quedarse solo en la mente, tiene que bajar al corazón, pero para bajar de la mente al corazón, hay que entenderlo y procesarlo en nuestra lengua materna.
En la Sociedad Bíblica Internacional, todos los traductores son evangélicos y se conforman por cristianos de múltiples denominaciones. «No tenemos sacerdotes, no tenemos académicos árabes ni musulmanes. La comunidad bíblica es una sociedad evangélica, y esto nos brinda seguridad, pero primero nos enmarca. No traducimos nada más que los 66 libros que consideramos los libros que el pueblo de Dios siempre ha usado en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, pero entendemos que los lenguajes van cambiando. Entonces, esos equipos de traducción, junto con los equipos de arqueólogos y los equipos de historiadores, brindan una comprensión mayor de lo que se dijo, de cómo se dijo, cuándo se dijo y cómo lo transmitimos a aquellos lectores», dice Esteban Fernández.
La NVI se esfuerza por ser respetuosa con el idioma original. Cada 20 años aproximadamente, hay ciclos de revisión que deben ser revisados. Esto no es nuevo, ya que los lenguajes y también las ciencias van cambiando. Por eso es importante contar con buenos equipos interdisciplinarios, que incluyan biblistas, teólogos, pastores y personas respetuosas de la Palabra con una mirada centrada en Cristo.
Ahora bien, este ministerio trabaja no solo en la excelencia de una traducción efectiva lingüística y coherente, sino también en poder reflejar esa palabra viva del cielo que nos revela a Cristo. «Toda la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, debe llevarnos a Cristo, debe llevarnos a Jesús», explica Esteban.
«Para mí, Dios nos revela el texto al darlo y en su vida al leerlo. Tengo una frase que siempre repito en todos mis seminarios: ‘La Biblia es el único libro en toda la humanidad que cuando lo abres para leerlo, el autor se sienta a tu lado para explicarte, pero debes pedírselo’».
«Por eso es necesario leer la Biblia con el Espíritu Santo, porque es dinámica. Ahora, esa presencia del Espíritu Santo se manifiesta en la iluminación, y debe ser para un compromiso personal».
El equipo de la Sociedad Bíblica trata de ser interdenominacional, es decir, que una posición teológica o denominación no condicione la traducción efectiva; buscan la guía del Espíritu Santo en un equipo de personas pertenecientes a distintas denominaciones.
«Tenemos un profundo respeto por el texto, y creo que el texto crea la doctrina y no al revés, es decir, el texto y lo que Dios me ha dado es lo que tengo la libertad de plasmar en la palabra escrita. Luego, la interpretación desde mi perspectiva es un asunto personal», dice Esteban.
La importancia de la Palabra de Dios
Esteban Fernández nos deja un valioso mensaje para que el cuerpo de Cristo pueda mantenerse firme, con la mirada a lo Eterno: «No dejen de usar la Palabra de Dios, no saquen la Palabra de Dios de dentro de los templos. No se puede predicar sin usar la Palabra de Dios y sin ser transformado por la Palabra de Dios. Ni ser transformado por Jesús sin ser transformado por el Espíritu Santo».
«De hecho, muchas personas se han alejado porque han dado más valor a las tradiciones que a la Palabra».
«La Palabra es fuente de autoridad, debe ser una fuente de autoridad y para los pastores, debe ser el centro de su predicación».
«Les voy a poner un ejemplo: Cuando Josías, muy joven, aparece en escena en el Primer Libro de las Crónicas, la Biblia dice que envió a su cronista al templo a buscar dinero, y cuando fueron a buscar el dinero en el templo, el sacerdote les dijo: ‘Hemos encontrado unos rollos que están cubiertos de polvo en el templo’, que eran ni más ni menos que los libros de la ley, la Palabra de Dios».
«La Palabra de Dios había caído en desuso, se había perdido en el templo, y la gente iba al templo en busca de dinero, pero no de Dios. Tenemos que tener cuidado de no cometer el mismo error, de no ir a la iglesia por las razones equivocadas».
«Volvamos a colocar la Palabra en el centro de la escena, porque Dios es el Señor de la Palabra».
«La mejor manera de honrar la Palabra es vivirla», Esteban Fernández.
Fuente: La Corriente