Existen muchas alabanzas que refieren que no hay lugar más alto que rendirnos ante Dios, o cuando levantamos las manos al cielo nos humillamos y es un acto de rendición ante nuestro Padre, estar a los pies de Cristo es crecer, es una exaltación. “Humillaos en la presencia del Señor y El os exaltará” Santiago 4:10
Cuando alabamos y adoramos al Rey de Reyes estamos exaltando su nombre y estamos rindiendo todo nuestro ser a Él. No se trata de alabarlo solo un domingo y por un ratico, es una adoración continua, es una rendición continúa y sin candarnos de manifestarle que estamos dispuestos a hacer su voluntad.
Hay una palabra clave en este caso y es “permanecer”. Muchos estamos acostumbrados a la rapidez de nuestras metas y la inmediatez para obtener las cosas. Cuando nos rendimos ante Dios y vemos que nuestra petición no es contestada al instante, en nosotros esa rendición va mermando porque nos cansamos.
En Juan 15:7 dice: “Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pueden pedir lo que quieran”. En esta Palabra la promesa de Dios no falla y es que podemos pedir confiadamente a nuestro Padre Celestial que con seguridad Él escuchará nuestra petición y lo concederá conforme a su voluntad, pero antes de esta promesa, el Eterno nos refiere que debemos “permanecer”.
Cuando permanecemos en la voluntad de Dios, Él nos entrega grandes cosas, podemos disfrutar de su presencia y de sus bendiciones, que no solamente llegan a nuestras vidas, sino también alcanzan a nuestra familia.
Por Andreina Fersaca