El grave peligro de la parcialidad de los medios

Es importante prestarle atención a la desinformación porque los medios tienen un gran poder. Forman la manera en que entendemos el mundo e influencian en nuestro comportamiento.

Por Adam Milstein

Este pasado mes de mayo, Los Angeles Times publicó el titular ‘Una niña muere en la bruma de Gaza’, que contaba una historia sobre la palestina Layla Ghandour, de ocho meses de edad, quien supuestamente murió al inhalar gas lacrimógeno utilizado por las Fuerzas de Defensa Israelíes. Esta historia fue trágica y triste. También era falsa. El New York Times y otros medios importantes publicaron informaciones similares, tildando a Israel y los soldados israelíes de villanos que matan a niños, y de esa manera, amplificando la narrativa engañosa de Hamas sobre la muerte de Layla.

Tras esta ola de cobertura, el primo de Layla admitió que Hamas pagó a sus familiares para que mintieran a los medios sobre la causa de la muerte de Layla. En realidad, Layla murió por una enfermedad sanguínea preexistente. Por supuesto, la familia de un bebé fallecido merece la simpatía de cualquier persona racional, pero cuando los medios son presa de la propaganda de Hamas que usa la muerte de un bebé inocente para degradar a Israel, nadie gana, excepto Hamas. Incluso hoy en día, esta historia continúa estando disponible para que una amplia audiencia pueda leerla y les sirva de referencia, sin ningún tipo de nota añadida que indique que está basada en información falsa.

Más adelante, en medio de las protestas de la Gran Marcha del Retorno de este verano, en la que se cada intento de cruzar las fronteras de Israel y matar civiles eran actos violentos, el periódico LA Times reportó el 18 de junio que “alrededor de 130 manifestantes han sido asesinados por tropas israelíes”. En realidad los “manifestantes” estaban conformados por un número significativo de combatientes de Hamas armados y activos. El LA Times ignoró este hecho y la intención de esta marcha, ya que antes de esta cobertura, un alto funcionario de Hamas había admitido que la mayoría de los habitantes de Gaza que murieron en las protestas eran miembros de Hamas, terroristas con la intención de matar a hombres, mujeres y niños israelíes inocentes.

Es importante prestarle atención a esta desinformación porque los medios tienen un gran poder. Forman la manera en que entendemos el mundo e influencian en nuestro comportamiento. No es exagerado decir que su actividad puede tener implicaciones de vida o muerte. El patrón en la cobertura del New York Times y el LA Times es un estudio de caso que revela un asunto muy serio para la sociedad.

En los años 30 y 40 del siglo pasado, el New York Times, el Washington Post y otros medios ignoraron su obligación de difundir la verdad y permanecieron virtualmente en silencio mientras la Alemania Nazi llevaba a cabo el asesinato masivo de judíos en Europa, acotando las historias sobre el genocidio judío a breves en sus últimas páginas. Cuando los judíos morían de hambre en los guetos y campos de concentración, veían morir a los miembros de su familia y se les despojaba de su humanidad, se preguntaban dónde estaba el mundo. La prensa permaneció en gran medida indiferente y la renuencia de los editores de los principales medios de comunicación de informar amplia y consistentemente sobre estos horrores contribuyó a forjar consecuencias que el mundo nunca olvidará. Los periódicos y las radios no cumplieron con su parte de mostrar al público estadounidense los horrendos crímenes cometidos por los alemanes.

El grave peligro de la parcialidad de los medios

El New York Times y el Washington Post, a pesar de ser publicaciones con dueños judíos, incluyeron una cobertura mínima sobre el Holocausto. En esencia, los medios de comunicación minimizaron las perturbadoras revelaciones sobre el exterminio de judíos bajo el Tercer Reich de Hitler. Si la magnitud de los crímenes indescriptibles de Hitler hubiesen sido expuestos y comprendidos con anterioridad, se podrían haber salvado más vidas. Seguramente más estadounidenses se hubieran sentido apelados si hubieran leído en repetidas ocasiones la cobertura en primera página sobre las detestables condiciones que obligaron a sufrir a los judíos.

El papel de los periodistas es llevar luz donde hay oscuridad, contar las historias de los impotentes y hacer que rindan cuentas los que tienen el poder.
Décadas más tarde, en 1964, los medios mostraron al mundo el poder de cumplir con su deber de informar la verdad. Cuando la revista LIFE puso coto a todos los conceptos erróneos sobre fumar cigarrillos, demostró el potencial de los medios para salvar vidas. A pesar de todas las partes interesadas en el éxito del tabaco (agricultores, políticos, anunciantes y la industria tabacalera), LIFE reveló de forma concluyente los efectos mortales de los cigarrillos, presentando el informe del Cirujano General de Estados Unidos, que anunciaba que los cigarrillos son una causa importante de cáncer de pulmón y bronquitis crónica.

Imagínese si este liderazgo en exponer la verdad se convirtiese en el modelo de cómo los medios cubren el tema de Israel. La historia de LIFE nos muestra que esta realidad no está fuera de alcance. Al informar sobre hechos confirmados y confrontar sus propios prejuicios internos sobre el uso de cigarrillos, los periodistas de LIFE salvaron y aún están salvando millones de vidas. Ayudaron a poner fin a la era de los restaurantes y aulas llenos de humo, fumar sin preocupaciones y glorificar a los cigarrillos. Por primera vez en la historia, el envoltorio blanco y naranja se convirtió en sinónimo de cáncer y muerte.

Los medios de comunicación tienen ese poder, pero deben estar dispuestos a luchar por ello.
Debemos responsabilizar a los medios de dar informes honestos. Debemos rechazar y condenar historias que difunden información inexacta y periódicos que no transmiten las correcciones de un modo tan contundente como transmiten falsedades. Si los periodistas no entienden que el antisemitismo es una intolerancia profundamente arraigada que afecta constantemente su comprensión del mundo y un odio que es fundamental para las acciones políticas de Hamas, no pueden informar con precisión sobre las acciones en la frontera de Gaza con Israel. Una historia que culpe a soldados israelíes por la muerte de un inocente bebé palestino, cuando no es cierto, debería levantar una bandera roja. Los periodistas deben presentar los hechos y una comprensión cuidadosa de los matices que sombrean la cobertura de situaciones complejas. No se debe tolerar un titular fuera de contexto.

La parcialidad de los medios y la información errónea son más que una simple molestia. Ellos difuminan nuestra visión de un mundo mejor. Cuando no podemos ver claramente, arriesgamos nuestros valores, nuestra democracia y, por último, hasta nuestra humanidad.

Adam Milstein es un filántropo israelí-estadounidense, emprendedor inmobiliario y presidente del Israeli-American Council. En Twitter: www.twitter.com/AdamMilstein