Cuando estamos pasando por situaciones difíciles en nuestra vida o simplemente tuvimos un “mal día”, usualmente nos desanimamos o nuestro humor se vuelve fluctuante, pero debemos esforzarnos por mantener vivo uno de los frutos del Espíritu Santo y es el gozo. Se trata de una alegría indescriptible que sólo Dios nos regala, pero hay que cultivarlo, confesarlo y ponerlo en práctica.
“Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho, porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse.” (Santiago 1:2-3)
El gozo no es un estado anímico pasajero ni es sólo un estado mental, sino también una fuerza verdadera, y no hay nada que pueda ir en contra de esa alegría cuando tomamos la decisión de ponerla por obra. Así como el temor tiene que ceder a la fe, el desaliento tiene que ceder al gozo.
No importa la situación por la que esté pasando, usted puede hacerlo lleno de gozo y fortalecido en el Señor.
Enfóquese en el Gozo
Cuando nos enfocamos en Jesús y las cosas del cielo, vemos nuestras pruebas aquí en la tierra como algo temporal. Ellas no se pueden comparar a las cosas maravillosas que Dios tiene preparadas para nosotros en el cielo.
“Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha imaginado, lo que Dios tiene preparado para quienes lo aman.” (1 Corintios 2:9). Nosotros podemos soportar el sufrimiento cuando tenemos fe en las promesas de Dios sobre la eternidad. Jesús mismo pudo soportar la cruz “debido al gozo que le esperaba…” (Hebreos 12:2b)
Nuestra oración debe ser: “Quiero entender lo que realmente importa, a fin de llevar una vida pura e intachable hasta el día que Cristo vuelva. Estar siempre lleno del fruto de la salvación —es decir el carácter justo que Jesucristo produce en mi vida— porque esto traerá mucha gloria y alabanza a Dios.” (Filipenses 1:10-11).
Por Andreina Fersaca