Amarse a sí mismo es importante y atrae a las personas, porque nadie quiere estar con gente angustiada, de baja estima o espíritu de víctima. El mundo está desesperado buscando líderes -hombres y mujeres- que les ayuden a tomar las mejores decisiones.
Muchas mujeres se encuentran en depresión, angustia, desilusión y tristeza, en busca de una persona que las ayude a salir de esa situación con una solución adecuada.
Si te amas a ti misma y tomas las promesas de Dios, podrás transmitirlo a otras mujeres y transformarte en su líder. Dios te prepara para que pongas las condiciones y no para que otros lo hagan.
Aprende tres principios para amarse a sí misma.
- Marcar tu territorio.
Muchas veces no defendemos lo nuestro porque no sabemos ¿qué es lo que nos pertenece? ¿Cuál es nuestro territorio? ¿Qué es lo que Dios nos dio? Vivimos la vida como prestada, como si fuéramos intrusos, no conocemos las riquezas que Dios nos soltó y son nuestra posesión. A veces ni siquiera opinamos porque no nos atrevemos a nada, hemos perdido autoridad delante de los hijos, de la pareja, de los padres, de quien sea, por no saber cuál es nuestro terreno.
Dios quiere que conozcamos nuestra herencia, todo lo que Él tiene te pertenece y tienes la autoridad devuelta por Jesús. Las excusas impiden conquistar el territorio que Dios te dio y es necesario tomar la decisión y declarar: “Esto es para mí, me pertenece y nadie me lo quitará. Soy una mujer esforzada y valiente y -como Jefté- seré líder de todos los que necesiten bendición, mi territorio es bendición.”
- Priorizar
La felicidad da identidad y hace sentir bien. Las mujeres más felices son las que no intentan hacer todo perfectamente, sino priorizan según el área, al hacerlo enriqueces ese aspecto y no todo el resto.
El uso de tus recursos y capacidades será de acuerdo a las prioridades. Si priorizas tu vida profesional invertirás en tu educación, en el área intelectual, en las herramientas necesarias para desarrollar tu profesión, en la familia en crear momentos con el grupo familiar.
- Saber que tu destino es el éxito.
El éxito es tu derecho de nacimiento. Dios nos hizo para el éxito y a los seres humanos nos cuesta creerlo -aun más que fracasar-, porque pensamos que no estamos preparados. Desde el día de tu nacimiento Dios te selló con éxito y ese es tu destino, nadie lo puede cambiar.
El Señor te irá mostrando hacia donde moverte, se abrirán puertas insospechadas, raras, y delante de ellas dirás: “Esto no tiene nada que ver con lo que oré, ni con mis dones, ni con lo que me preparé; me siento miserable, que no lo voy a poder hacer”. Pero tendrás coraje y cuando la atravieses soltarás un potencial que no sabías que tenías. El Señor te dirá: “Entra” y te sentirás otra mujer porque saldrán las riquezas y tesoros de tu interior.
Debes entrar de la mano de Dios y con su sabiduría discernirás quien tienes a tu lado.
Únete a gente sabia que te ayudará a lograr el éxito y también tú los ayudarás. Aléjate del que te dañó, necesitas caminar en libertad para poseer. Cuando una mujer sabe que es exitosa tiene en claro que, esté donde esté, todo será éxito, y todo aquel que esté a su lado también lo tendrá. Cuando reconozcas que Dios te dice la verdad, que te acepta incondicionalmente y cree en ti, nadie podrá arrebatarte el éxito, se elevará tu estima a niveles inesperados.
Por Andreina Fersaca