Todos los días caminaba por el mismo lugar, fueron miles de ocasiones en las que ese camino fue su compañero, aunque no era del lugar muchos vendedores que se colocaban a las orillas ya le conocían, sonreían y saludaban con amabilidad.
Mario casi siempre iba sonriente, en ocasiones se le veía hablar, todos decían que hablaba por teléfono y por eso se colocaba los audífonos, pero el otro día el confesó que mientras caminaba aprovechaba para hablar con Dios ¿quién no lo ha hecho alguna vez?
Mario iba de regreso a casa y en el autobús se encontró con Vinicio, un vecino con el que eventualmente platicaban de fútbol. Vinicio le sonrió y le dijo: «ayer te vi pasar por donde caminas siempre» Mario sonrió, no le sorprendía que alguien le viera caminar, pero Vinicio no se detuvo y con una sonrisa un tanto burlesca agregó «Vi que casi te caes, te tropezaste con un agujero en el camino», Mario se limitó a una pequeña sonrisa pero no dijo nada.
«He pasado mil veces por ese lugar ¿Por qué tienen que darse cuenta precisamente de ese pequeño tropiezo» Mario pensó en decir lo que pensaba, pero se contuvo. Prefirió cambiar el tema.
Humanamente tenemos un problema somos muy precisos para descubrir los errores de los demás, un chef puede prepararnos cientos de platillos deliciosos pero si un día se pasa de sal en un platillo, lo marcamos por ese error y no por los cientos de aciertos.
Se cree que un hombre habla en promedio siete mil palabras por día y que una mujer pronuncia veinte mil palabras por día y podemos decir la mayoría de ellas a la perfección, pero cuando escuchamos que una se pronuncia mal, se convierte en chiste, burla.
Todos los días nos equivocamos, los seres humanos aprendemos y en el aprendizaje podemos equivocarnos muchas veces, vamos por el camino de la vida y podemos tropezar, ojalá no seamos nosotros de los que solamente se fijan de los tropiezos y no saben reconocer el camino recorrido.
No veamos solamente el error, veamos también las virtudes de los demás, tendámonos la mano y juntos avancemos.
« ¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo y no le das importancia a la viga que tienes en el tuyo?» Lucas 6:41
Autor
Julio López Carranza
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