El arrepentimiento genuino es por la gracia de Dios

El verdadero arrepentimiento es cambiar la dirección en la que vamos, pero para que esto pueda ser cierto y no se quede sólo en un sentimiento de remordimiento, debemos pedir a Dios que nos de la capacidad para no pecar. Más que una fuerza interior que nos capacita para hacer la voluntad de Dios, es un cambio en nuestra naturaleza interior, y esto sólo sucede si aceptamos que con la muerte de Cristo, nuestro viejo hombre con sus malos deseos también murió y que hemos sido resucitados con Cristo para una nueva vida.

En la Biblia, la palabra “arrepentirse” significa “cambiar tu mente.” La Biblia también nos dice que el verdadero arrepentimiento tendrá como resultado un cambio de conducta (Lucas 3:8-14; Hechos 3:19). La total definición bíblica del arrepentimiento, es cambiar de mentalidad, mismo que resulta en un cambio de acciones y actitudes.

Jesús nos enseña que el grano de trigo debe caer en tierra y morir, haciendo un símil con el proceso de una semilla, de la misma manera nosotros debemos morir juntamente con Cristo, como explica Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Es un proceso de renuncia a los placeres y deleites de este mundo, pero no en nuestra fuerza o a través de nuestro pensamiento, sino por medio de la fe en su Palabra.

El cambio más radical es nuestra fe, la dirección que debemos tomar es nuestra fe, pues esta es la diferencia entre la vida eterna y la muerte.

La decisión que podamos tomar hoy, es volver a la fe, es ir a la fe. Un cambio es necesario de manera urgente en nuestra vida, más ahora que vemos la oscuridad sobre el mundo que necesita que seamos luz y sal, no podemos pretender un cambio y seguir caminando en la misma dirección, es momento de tomar el evangelio que aumenta nuestra fe y que nos hace cambiar de dirección.

“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.”, Juan 12:24-25
Por Andreina Fersaca

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