La perfección de la naturaleza de Dios es absoluta, es luz, es bondad, no hay tinieblas, ni nada imperfecto en Él. Dios es la bondad misma, revelada en la creación, no sólo del hombre sino de todas sus criaturas. Su primera manifestación de bondad fue en la creación. Cada cosa que hizo fue buena, lo expresa Génesis 1:31 “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”.
Cuanto más nos contemplamos a nosotros mismos, vemos más claramente la humanidad de Dios. Somos su creación más sublime, nos hizo a su semejanza, nuestro cuerpo manifiesta la bondad de Dios en todas y cada una de nuestras partes que tienen un propósito y funcionan de manera extraordinaria. Fuimos diseñados para ser perfectos. La bondad debería entonces estar presente en nuestro carácter.
La bondad de Dios está presente en todas las cosas creadas: la naturaleza, la fauna, la flora, los ríos, cosas que deleitan nuestros sentidos y que nos llevan a reconocer su grandeza. Salmo 145:5-7 “En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, y en tus hechos maravillosos meditaré. Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres, y yo publicaré tu grandeza. Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad, y cantarán tu justicia”.
Por amor a la humanidad, envió a su Hijo a morir por todos los hombres, sin importar raza, tribu, lengua o nación. Jesucristo es la bondad manifestada de Dios. Tito 2:11 “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres”.
Desde el mismo momento en que recibimos a Cristo en nuestro corazón empezamos a disfrutar la infinita misericordia del Dios de Amor. El Espíritu Santo nos va dando a conocer los cambios y las transformaciones que se opera en nosotros, producto del amor incondicional de aquel que vino a darnos vida en abundancia.
La gratitud debe ser nuestra respuesta a la bondad de Dios, que es la esencia de nuestra confianza en Él, ya que permanece para siempre. Él renueva su misericordia todos los días y nos hace vivir confiados. Su misericordia debe significar paz y seguridad para nosotros.
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” 1 Juan 1:5
Por Andreina Fersaca