Dios nos da libertad para llamarlo Abba Padre

La palabra “Padre” es una de las primeras palabras pronunciadas por los niños pequeños. La forma aramea de esa palabra es “Abba” que ha llegado a ser el término común “Papito” que usaban los niños israelitas para llamar a su padre. Recordemos que Jesús usó este término para llamar a Dios, su Padre y el Espíritu Santo nos enseña hoy a llamar a Dios “Abba”.

El hecho de formar parte de la familia de Dios fue una decisión divina, cuando nos atrajo a Él para que lo reconociéramos y lo aceptáramos en nuestro corazón; desde ese momento recibimos su protección y cuidado por ser sus hijos adoptivos. Dios siempre interviene en nuestra vida para suplir todas nuestras necesidades, por eso es el defensor de viudas y de huérfanos.

La voluntad de Dios es juntar a los solitarios en familias, todos aquellos que han perdido la protección de un padre o esposo, o aquellos que han experimentado el abandono de su padre o de su madre, su bienestar descansa en sus promesas. Salmo 27:10 “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá”. Sólo Dios puede llenar ese vacío.

Si en tu relación con Dios puedes llamarlo Padre, es porque puedes confiar plenamente en su protección y cuidado, es porque puedes mostrar una intimidad especial y por medio de su Espíritu implanta en nosotros ese sentido de intimidad que anula toda atadura, pecado y todo temor. Ya no somos esclavos sino libres en Él.

Dios en su amor y misericordia nos tomó como su exclusiva posesión. Nos tomó cuando estábamos perdidos, desahuciados, desprotegidos y nos adoptó como hijos, todo quedó saldado. Empezamos una nueva vida en Él y ahora somos herederos de todo lo suyo.

Aunque a veces no sintamos solos, desprotegidos y dudemos de que le pertenecemos a Dios, tenemos al Espíritu Santo que es nuestro testigo, que con su presencia nos recuerda quiénes somos y cuánto nos ama Dios.

“Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada”, Salmo 68:5

Por Andreina Fersaca

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