En nuestro diario vivir pasamos por diversas circunstancias, algunas las podemos clasificar como pequeñas o grandes, el caso es que cualquiera que sea el episodio nos afecta en nuestros andar y causa cierta tribulación sea el tamaño que sea, de acuerdo de la manera como cada quien lo veo y lo asuma.
Lo cierto es que es muy fácil ser presa de la ira o la tristeza y las pequeñas pruebas que nos ocurren, suelen ser un acumulativo para que tengamos un terrible día. En ocasiones esos detalles como por ejemplo extraviar las llaves de la casa, el daño del auto, la colocación de una multa por no cumplir con una norma de tránsito o la mala cara de nuestro esposa, esposo, hijo, hija o vecino, hace que nos frustremos y nos produce desánimo y malestar.
Justo en ese momento es cuando Dios está esperando que en lugar de pensar que lo ocurrido es solo una pequeñez, confiemos en él para que tome el control de la situación, e incluso de nuestro carácter. Me viste antes de que naciera. “Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro. Cada momento fue diseñado antes de que un solo día pasara. Qué preciosos son tus pensamientos acerca de mí, oh Dios. ¡No se pueden enumerar!”. Salmos 139:16-17
Dios está cuidando de nosotros en cada detalle de nuestras vidas, bien sea si el reloj despertador no sonó y no llegaste a tiempo a la reunión, si derramaste café en tu blusa justo antes de una junta o si cuando ibas al supermercado se te espichó un caucho, el caso es que el Señor es el único capaz de saber lo que sucederá. La mejor manera de empezar el día es darle gracias a Dios por su compañía y por un nuevo respirar, pero sobre todo por cada una de las pruebas que se viven para formar carácter.
Por Andreina Fersaca