Todos tenemos muchas cosas que hacer durante el día, nuestra lista es larga y a veces el tiempo no nos alcanza para las obligaciones que hemos adquirido. El problema no son las innumerables tareas, sino el hecho de que todos esos afanes te hagan olvidar poner a Dios en primer lugar.
Cuando amanece empezamos a afanarnos con los quehaceres diarios, así van pasando los minutos y las horas hasta que llega el final del día. Cuando llega el momento de dormir, estando en nuestra habitación es cuando recordamos dar gracias a Dios, pero resulta que lo dejamos de último y no de primero. En Lucas 12:33 dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Estamos afanados por el día a día, muchas cosas por resolver, qué comer, qué vestir, el trabajo que se debe entregar, la tarea que está pendiente, los gastos con respecto a una cosa u otra, pero el Señor es fiel en su Palabra y nos dice que por nada debemos afanarnos, que Él se encarga de todas las cosas, siempre y cuanto entreguemos todo en sus manos. Darle la prioridad a Dios es lo más importante que tenemos que hacer, entregarle nuestra carga a nuestro Padre Celestial nos librará de las preocupaciones del día a día.
“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas…Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”. Lucas 12: 31-34
Antes de empezar el día dale gracias a Dios por esta Palabra, porque ya está escrito y la promesa está lista para que los crean la activen y la hagan “rema” en su vida. Si Dios se encarga del alimento de las aves del cielo que no siembran, ni trabajan, ni recogen en graneros, cuanto más se encargará de sus hijos.
Por Andreina Fersaca