Cuidado con tus palabras

Lo que sentimos, pensamos y queremos son sentimientos que se expresan a través de las palabras, y también a través de nuestra boca como conocemos a las personas y emana de allí un gran poder. “!Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Mateo 12:34

La palabra deriva de nuestros pensamientos y no todo lo que nosotros queremos, sentimos y pensamos viene de parte de Dios, por esta razón debemos orar para que el Señor tome el control de nuestras emociones y podamos estar apercibidos sobre lo que está maquinando nuestra mente. No podemos hablar primero y luego pensar.

Cada uno de nosotros de forma constante debe analizar cada palabra que desata y que declara, porque las palabras hirientes producen dolor y aflicción. “La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos”. Proverbios 18:21.

Debemos ser responsables al momento de emitir alguna palabra, ellas son decretadas y nunca salen de nuestra boca vacías. Recuerda que, si para Dios es importante lo que decimos, para nosotros también debe serlo, porque ellas tienen un efecto en el mundo natural y van directo a donde fueron enviadas, es sabido que el que habla negativo son las convicciones que guarda en su corazón.

En Romanos 10:9-10 dice: “Que, si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. La confesión confirma nuestra posición ante Dios y la palabra tiene poder y autoridad.

Es importante que expresemos todo conforme a la Palabra de Dios, porque la queja y las maledicencias, así como el mal agradecimiento no le agradan a nuestro Padre Celestial. Estamos llamados a bendecir y a declarar no solamente por nuestros familiares, sino por nuestro prójimo e incluso por nuestros enemigos, palabras positivas que pueda cambiar sus vidas y destino.

“Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, !cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal”. Santiago 3:4-8

Por Andreina Fersaca