“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;” Santiago 1:19.
Dios nos enseña a tener prudencia con nuestras palabras, porque éstas pueden causar heridas, generar desacuerdos, sembrar dudas o iniciar una confrontación. Santiago por el Espíritu Santo, nos enseña que la lengua es un pequeño miembro, un fuego, pero ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! (Santiago 3:5-6), esto quiere decir que una palabra mal usada, en el momento equivocado puede causar un gran pleito.
Prudencia
La mejor solución a los conflictos, es la prevención de estos, por eso debemos escuchar para entender y no para contestar, escuchar atentamente lo que nos están hablando, no apresurarnos a decir lo primero que nos llega a la mente, sino pensar cada palabra que vamos a emitir y con verdad envuelta en amor responder.
Por esto, antes de iniciar nuestro día es de vital importancia, escuchar primero a Dios, hacer el estudio devocional, el cual nos dirige a alinear nuestro pensamiento a su enseñanza, a entregar en sus manos todos los afanes del día, Él nos ofrece a cambio su paz, como nos lo promete en Isaías 26:3 “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”.
Así que, si nuestro pensamiento está perseverando en Dios, tendremos la calma que necesitamos y la sabiduría para usar nuestras palabras con toda prudencia, evitando así conflictos dolorosos y ofender a nuestro prójimo.
Por Andreina Fersaca