Tener confianza en sí mismo es positivo pero tenerla en exceso es arrogancia, es decir se convierte en soberbia. Cuando somos orgullosos y altivos hasta Dios nos resiste. En Ezequiel 28 vemos que el orgullo es la raíz de todos los pecados y que una persona con estas características no es agradable ante Dios, porque tiene exceso de estima propia.
El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco. Proverbio 8:13. La palabra aborrecer quiere decir apartarse, lo que quiere decir que Dios se aparta de todo aquello que no está alineado a su palabra.
La soberbia es tan peligrosa que nos hace creernos más que los demás, se jacta de sus propios logros, desplaza a Dios y separa la mirada del cielo. Esta característica permite que las personas se adoren a sí mismas, porque es un exceso de creerse mejor que otras personas. El orgullo y la altivez corresponden a quienes tienen falta de humildad.
Características de una persona orgullosa
- Arrogante: Mira el color de piel, ojos, status, país de origen, etc.
- Autosuficiente: Confía solo en sus propias habilidades, es individualista, no trabaja en equipo y no se sujeta a la autoridad
- Perfeccionista: Nunca estará de acuerdo con los resultados de nadie. Es exigente porque espera aprobación.
- Egoísta: Antepone sus propios intereses antes que los de otros, lo que se traduce en alegría, tranquilidad y placer solo para él.
- Competitiva: Busca status, aplausos y aprobación para llamar la atención, lo que lo lleva a la envidia.
- Rencorosa: Tiene problemas para perdonar. Hiere a las demás personas.
- Voluntariosa y ambiciosa
- Contenciosa: Está inmersa en discusiones y buscar salir del conflicto dañando a los demás
- Terca: No cambia su actitud
Por todo lo antes mencionado viene la dureza del corazón, es decir la palabra de Dios no logra penetrar el corazón. Por tal razón debemos volver al Padre y orar para que quite de nuestras vidas todo orgullo, altivez, soberbia y arrogancia para que Dios pueda obrar en nuestras vidas.
Por Andreina Fersaca