La obligación contraída por una persona que se compromete o es comprometida a algo, y un acuerdo formal al que llegan dos o más partes tras hacer ciertas concesiones cada una de ellas, es parte de la definición de compromiso y a raíz de esto surge una pregunta: ¿Cuál es el nivel de compromiso que tienes con Dios?, de esta manera podemos definir tres tipos:
Compromiso por emoción: Es aquel que hacemos a la ligera, movidos por las emociones. En oportunidades empezamos a sentir en nuestro corazón que debemos hacer algo sin medir las consecuencias y cuando nos comprometemos con Dios a la ligera y no podemos cumplirlo nos vamos alejando de su presencia. “Es peligroso que el hombre le prometa algo a Dios y que después reconsidere su promesa”. Proverbios 20:25
Compromiso por convicción: Se trata de un compromiso en el que realmente creemos, pero a veces las circunstancias no hacen dudar y retroceder. Muchos tienen fe en Dios y su amor hacia Él es real, pero cuando llega la prueba pensamos tanto en el problema que nos alejamos, a veces culpamos a Dios, o simplemente llegamos a creer que Él no puede hacer nada para cambiar la situación.
Compromiso por determinación: Se trata de las personas que se comprometen de forma real, aun en medio de las adversidades con valor, firmeza y decisión. Jesús es la representación del compromiso perfecto con el Padre. Él estaba comprometido con su propósito, aun sintiendo miedo por lo que iba acontecer, y su determinación no se movió por sentimientos.
“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”. Mateo 26:39.
Cumplir una promesa no debe depender de nuestras capacidades o recursos sino de nuestro compromiso.
Por Andreina Fersaca