El temor es uno de los grandes obstáculos de la fe. Podemos llenarnos de temor por situaciones difíciles en nuestro hogar, por un fracaso, por una pérdida, por una enfermedad, por una crisis económica, etc. Es importante entender que la victoria o derrota ocurren primeramente en la mente y si pensamos positivamente tendremos más capacidad para vencer lo que nos paraliza.
Los israelitas tuvieron muchos temores cuando estaban en su travesía por el desierto y tomaron una actitud de derrota y desesperanza, lo que trajo como consecuencia la queja. Moisés como líder puso su confianza en Dios y le recordó a su pueblo todas las promesas que les había dado para animarlos a creer nuevamente y a seguir adelante.
Dios nos enseña a confiar en Él. Cuando todo va bien, tenemos la tendencia a darnos crédito a nosotros mismos, pensando en nuestras habilidades, pero en ese instante debemos darle la Gloria a Dios. Él entonces nos llevará hasta el momento en que tengamos que reconocer que no podemos hacer nada con nuestra propia sabiduría y fortaleza. Entre más difícil sea la situación más glorificado es Dios al proveernos la solución.
Nosotros como hijos de Dios debemos saber que siempre habrá una forma para superar los problemas, se trata de oportunidades para que el Señor sea glorificado y los inconvenientes son como vasos vacíos, que al ser llenos del Espíritu Santo, se convierten en grandes bendiciones.
Dios nos ha llamado con un propósito santo y ese propósito se cumple en todos aquellos que se rinden a su plan. No podemos ver que su perfecta voluntad se lleva a cabo sino hasta cuando lleguemos al punto de aceptar su voluntad divina en nuestras vidas.
Podemos vencer nuestros temores cuando entendamos su inmenso amor por nosotros y esto es lo único que nos dará confianza. El temor no cabe en el amor, por eso el que teme es porque todavía no se ha perfeccionado en el amor de Dios.
Cuando Cristo derramó su sangre en la cruz quiso líbranos de la esclavitud del temor, mostrando su perfecto amor por nosotros y el plan maravilloso que tiene para nosotros. Dios tiene el control de nuestra vida, nada se sale de sus manos. El llamado entonces es a confiar en las promesas de su Palabra, a renovar tu mente, a no temer.
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”, 1 Juan 4:18
Por Andreina Fersaca