En todas partes del mundo se están viviendo momentos turbios, situaciones difíciles en distintas áreas, bien sea colectivas o personales. Observamos países arropados con problemas políticos, económicos, sociales y raciales; otros están inmersos en el dolor por situaciones climáticas trágicas como huracanes, temblores y sismos, mientras que otros están viviendo pruebas de desesperanza, enfermedad y aflicción.
Ante todo ello, tenemos una sola opción y es entender que Jesucristo es la fuente de todas cosas. “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre, ustedes me conocen a mí, también conocerán a mi Padre; y ya lo conocen desde ahora, pues lo han estado viendo”. Juan 14:6
Jesús es la verdad y en esta tierra necesitamos entender su poder y gloria, pero esto lo lograremos si permanecemos en Él; si aún en medio de la desesperanza podemos rendirnos delante de su presencia y lo reconocimos como el dador de todas las cosas. “Si ustedes se mantienen fieles a mi palabra, serán de veras mis discípulos; conocerán la verdad, y la verdad los hará libre”. Juan 8:31.
Es necesario que antes de tomar decisiones vayamos a la fuente y allí entenderemos cual es su voluntad en nuestras vidas y su propósito para con nosotros. Muchas veces le colocamos un techo a Dios y no permitimos que Él obre libremente en nuestras vidas. Las bendiciones no son las que producen alegría, es Cristo las que la suministra.
“Su ustedes permanecen unidos en mi, y si permanecen fieles a mis enseñanzas, pidan lo que quieran y se les dará. Mi padre recibe honor cuando ustedes dan mucho fruto y llegan así a ser verdaderos discípulos míos. Yo los amo a ustedes como el Padre me ama a mí; permanezcan pues en el amor que les tengo”. Juan 15:7-9
Por Andreina Fersaca